A fines del 2009, Paul Krugman publicó en The New York Times una nota titulada “The Big Zero” que fue reproducida por Clarín el domingo 3 de enero de 2010 con el título “Un balance: la década del Gran Cero”. Krugman aclara que el milenio y la década comenzaron en el 2001, pero que eso no es realmente importante y analiza el período comprendido entre 1999 y el 2009.
“En esa década la creación de empleo fue cero, y fue la primera década, desde que se tiene registro, que el empleo en el sector privado se contrajo”, explica Krugman. También “fue una década con avance económico cero para la familia tipo. Y fue cero la ganancia para los propietarios de casas, con el agravante que en el 25% de las hipotecas, la deuda supera al valor de la propiedad. Y fue una década de ganancia cero para la Bolsa”. Por último critica a los opinólogos y políticos que vaticinaban un gran avance económico y elogiaban el sistema financiero norteamericano. “¿Cuánto de todo esto es verdad?”, se pregunta. “Cero”, responde.
Tomaremos ese mismo período para analizar la economía argentina. Como muchos saben, los economistas tenemos fama de utilizar las estadísticas para decir una cosa y también lo contrario. Krugman es profesor de la Universidad de Princeton, doctorado en 1977 en el Massachusetts Institute of Technology y Premio Nobel de Economía en el 2008. Nadie podría sospechar que eligió ese período influido por Moreno (Guillermo).
Los años 1999 y 2009 tienen algunas bondades a la hora de ser usados para comparar. En el primer caso, se trata del noveno año del modelo neoliberal y en el segundo, del octavo del modelo heterodoxo. En ningún caso se podrá argumentar que no hubo tiempo para su instalación. Otro elemento en común es que son años de caída del producto después de varios de expansión. En el primer caso, la expansión se dio en 1996, 1997 y 1998, mientras que en el segundo se extendió del 2003 al 2008.
En cuanto a la situación internacional también tenemos similitudes: los efectos de la crisis del sudeste asiático de fines de 1997 se empiezan a percibir en la Argentina a mediados de 1998 e impactan claramente en 1999. Algo parecido sucedió con la crisis financiera internacional actual que comenzó a fines del 2007, se empezó a percibir en la Argentina en el segundo semestre del 2008 y tuvo impacto pleno en el 2009. Además, en ambos casos, se trata del año que sucede al mejor de cada período; 1998 en el primer caso y el 2008 en el segundo. (Para un análisis más profundo de los dos modelos ver Entrelíneas Nº 19 “Excedente, distribución del ingreso y acumulación -1993-2007”).
Observemos qué sucedió en la Argentina durante esta década. En el plano del empleo los datos son contundentes. La tasa de empleo (ocupados/población urbana total) pasó de un 36,8 a 41,9% lo que significa una creación de 1.900.000 puestos de trabajo (una aproximación valedera, a pesar del cambio metodológico en la EPH del 2003). Ya que estamos hablando de décadas, y tomando como fuente los censos nacionales de población y vivienda de 1991 y del 2001, en ese período se perdieron 1.500.000 puestos de trabajo. La creación de empleo durante la década reciente explica la reducción de la tasa de desocupación de 14,4 a 8,9% (para observar qué empleo se generó durante la convertibilidad y la posconvertibilidad ver Entrelíneas Nº 14 “Luz amarilla en el mercado de trabajo”).
Con respecto al ingreso de las familias se observa un crecimiento del PBI por habitante del 21,4% acompañado por una mejora en la distribución del ingreso tanto medido por el coeficiente de Gini (toda la población dividida en deciles de ingresos) como la brecha entre los más ricos y los más pobres. Si no aceptamos los datos del INDEC y sí los de opinólogos (parece que hay en todos lados) que dicen que la distribución no mejoró sino que se mantuvo, entonces la mejora en el ingreso de cada argentino fue la del promedio, esto es 21,4%, lo cual se ve reflejado en la disminución de la pobreza de 27,1 a 23,1% según la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (fundación imposible de catalogar como oficialista).
En nuestro país los propietarios de casas han ganado un 30%, medido en dólares, sin burbuja mediante, con menos financiamiento hipotecario y a pesar del dólar “barato” del ’99 y “caro” del 2009. Y en cuanto a la Bolsa, el Merval medido en dólares ganó 10% en el período, aunque aquí es menos significativo que en los Estados Unidos por el poco peso que en la cartera de los ahorristas tiene la colocación en acciones. De todas formas, a todos les hubiese convenido comprar tierras en la Argentina que aumentaron 200 por ciento.
RUBROS.
Sí nos parece relevante incorporar otros rubros en la comparación, los recursos destinados por la sociedad a educación, ciencia y técnica y seguridad social (jubilaciones) y el peso de la deuda pública.
En el primer caso vemos un importante incremento en educación (+27%), ciencia y técnica (+50%) y seguridad social (+15%), aumentos significativos en cada caso aunque se podrían considerar insuficientes comparándolos con las necesidades.
Respecto del nivel de endeudamiento la relación reservas/deuda muestra una importante mejora, reservas que en el 2009 se generan genuinamente (superávit comercial) y no por endeudamiento. Durante los años ’90 la economía argentina se endeudaba a un ritmo del 3% del PBI anual, como lo muestra el déficit en cuenta corriente del balance de pagos.
Claro, lo que esta comparación omite es que la política económica aplicada durante 1999 (en realidad, durante toda la década del ’90) nos llevó al 2002 cuando todos estos indicadores fueron notablemente peores (la relación deuda/PBI llegó al 70%) y desde allí se tuvo que remontar la situación.
El capitalismo desregulado con preminencia del capital financiero estalló en el 2007 en el mundo desarrollado. Stiglitz (Freefall, 2010) observando el comportamiento de la dirigencia política y económica, sostiene que la lección no fue aprendida. En nuestro país ese modelo sucumbió en el 2002, con ribetes de tragedia. Viendo las posturas de la oposición política parece que aquí tampoco aprendieron.
Por Gerardo De Santis, Director del CIEPYC