28 de julio de 2010

Aumento para los jubilados y asignaciones familiares

En un discurso de más de media hora y acompañada por gobernadores, el gabinete nacional completo y legisladores nacionales, Cristina sostuvo que "estamos institucionalizando las políticas de seguridad social para que no queden sujetas a los humores del gobernante de turno o las presuntas vocaciones que se desatan en medio de campañas electorales". "Estamos dándole certidumbre y sustentabilidad a las políticas de Estado", sintetizó.
La jefa del Estado subrayó además que "en un mundo donde cuando encendemos la television o tomamos el diario vemos lo que está pasando en otras partes del mundo con ajustes, con achiques salariales y con el aumento de la edad jubilatoria, en la Argentina los jubilados totalizan con este aumento del 26,49 por ciento, en los primeros cuatro aumentos previstos por ley, el 51,65 por ciento".
Cristina dijo que "de 2003 a hoy la jubilación mínima subió un 597,8 por ciento es decir 7 veces y la jubilación media subió un 294,50 por ciento" y sostuvo que "esta política no basta explicarla desde lo remunerativo sino desde la cantidad de gente que se ha incorporado al sistema jubilatorio ya que hoy casi el 87 por ciento de los argentinos en condiciones de jubilarse estan dentro del sistema".
Con respecto al aumento de la jubilación mínima anunciado la presidenta dijo que "esto significa que el haber mínimo actual de 895 pesos pasa a ser 1.046,50 y más el subsidio pasa a los 1.091 pesos para todos los jubilados de la Argentina".
En cuanto al aumento de las asignaciones familiares la Presidenta anunció un incremento del 22,22 por ciento con lo cual se aumenta de 180 pesos a 220 pesos la asignación universal por hijo. "Esto beneficiará a 3.778.822 niños y además el aumento alcanzará a las personas con hijos discapacitados cuyo aumento se imcrementará de 720 pesos a 880 pesos que tambien será pagado por ANSES", dijo.
Cristina subrayó que "la suma de todas estas inversiones de carácter social significan un 11,88 por ciento del PBI y un 57 por ciento del presupuesto total de gastos que aprobó el Parlamento".
En este marco, la Presidenta envió un mensaje a los empresarios al pedir que estos aumentos no se trasladen a los precios. "Quien aumente los precios es porque quiere apoderarse de rentabilidad" sostuvo Fernández de Kirchner y pidió que "no se le eche la culpa ni al INDEC ni a la economía" por ese tipo de decisiones.
"Estos aumentos de hoy representan 1,35 por ciento del PBI", dijo la Presidenta, y afirmó: "Esto ayuda a sostener la demanda agregada, como lo hemos venido haciendo, y garantiza a los actores económicos y sociales un horizonte de actividad económica y consumo". Eso "es lo que empresarios y comerciantes necesitan para invertir y producir, y es lo que les pedimos", remarcó y añadió que "nosotros estamos poniendo las políticas para que lo hagan".
Por otra parte, convocó a toda la dirigencia política a darle "sustentabilidad, credibilidad, certidumbre y seriedad" a la Argentina. "No se puede pasar de descontar sueldos a jubilados y pensionados a convertirse en abanderados de los humildes", advirtió Cristina, en referencia a la oposición que exige que se fije el 82 por ciento móvil a los haberes jubilatorios.
"Todo el mundo tiene derecho a cambiar de idea, pero eso de hacer una cosa cuando se es gobierno y otra cuando se es oposición, no", aseveró la Presidenta y les recomendó "esperar" a ser gobierno para que todos puedan "gozar de sus beneficios".

27 de julio de 2010

“Se puede hacer un país mucho más justo y plural”

El secretario general del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, encargado de abrir la lista de oradores, destacó el trabajo conjunto llevado a cabo por la CGT y las organizaciones de base, llamando a “reunificar la clase trabajadora” que fuera desmembrada durante el período neoliberal, y resaltó la importancia de la Asignación Universal por Hijo (AUH) en este proceso: “Ahora, el compañero desocupado va a hacer el trámite al mismo lugar que el que tiene trabajo”, graficó. También aseguró que “la verdadera reforma política” que llevaron a cabo Perón y Evita “fue la inclusión social” y que “el peronismo fue la maquinaria de empoderar a los trabajadores en el Estado”. Por último reivindicó una consigna que embanderó en los últimos tiempos la oposición. “No se confundan: el 82 por ciento móvil es una bandera de este espacio y no puede lograrse mediante el ajuste”, se plantó.
El breve discurso de Moyano fue el menos político (y el más emotivo) de los tres, aunque no se privó de dejar señales para quien sepa interpretarlas. “Yo fui uno de los privilegiados –recordó–. El primer juguete que recibí lo recibí de Eva Perón”, de quien dijo “fue el medio motor para llevar adelante la transformación social”. El camionero resaltó: “Así nos estaba enseñando que debíamos tener conciencia de lo que nos corresponde”, y observó que “este juguete se ve reflejado hoy en la AUH”. Como todos los oradores de la noche, no pudo evitar citar a la homenajeada y usar una frase suya para pintar el panorama actual. “En cada trabajador está la patria, y el que les quita derechos a los trabajadores está traicionando a la patria”, se envalentonó. Y terminó anunciando la llegada de “la hora de los pueblos”, un momento mítico en la idiosincrasia peronista.
Encargado de cerrar el acto, Néstor Kirchner se deshizo en elogios para su mujer, Cristina Fernández, y pidió confianza para ella. “Está dispuesta a cumplir a fondo la profundización del modelo”, prometió. “La Presidenta no está dispuesta a buscar protección mediática, y ello ha motivado que la atacaran los monopolios –explicó–. Lo importante es lo que viene. Cristina nos va a seguir dando muchas satisfacciones.” El titular del PJ volvió a caracterizar a la oposición como una “máquina de impedir” y aseguró que Evita también tuvo que lidiar contra ese aparato, traspolando a la actualidad el valor de sus enseñanzas. “Basta recordar lo que significó para la Argentina Eva Perón y lo que significa actualmente en la batalla transformadora”, planteó. Y aseguró que fue ella quien demostró “que se puede hacer un país mucho más justo, democrático, plural y diverso.” Luego reconoció que “hay que rendir las asignaturas pendientes”, entre las que nombró alcanzar a ser “la patria más igualitaria de Latinoamérica”, “la redistribución de la riqueza” hasta alcanzar el tan mentado “el 50 y 50”, “mejorar la salud pública”, “profundizar el modelo educativo” y “consolidar la industria nacional”, algo que sólo sería posible mediante una alianza de “la clase trabajadora, la clase media y los empresarios nacionales”.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-150223-2010-07-27.html

26 de julio de 2010

Todas las muertes producidas por el frío son evitables

Más de 500 voluntarios de Red Solidaria recorren las calles de Buenos Aires colaborando con las personas que duermen a la intemperie

 Si ves alguna persona o una familia durmiendo a la intemperie o expuesta al frío, AVISÁ.

 108 / 147 / 011 4796-5828

Todos los días salen a la calle repartiendo frazadas, abrigo y Sopa, al mismo tiempo que se comunicarán con los centros de salud si surgiera alguna situación complicada. 
Por primera vez, esta iniciativa se está llevando adelante diariamente, en forma ininterrumpida  hasta que finalice el invierno gracias a los  voluntarios que ya están trabajando en la calle. Confiamos en que el contacto diario y artesanal con cada una de estas personas o familias nos permitirá crear un vínculo para poder obtener más información sobre su historia y situación actual, para de esta forma intentar buscar soluciones en el largo plazo.
SI querés sumarte a la campaña como voluntario o informar sobre una persona en situación de calle:
 
Red Solidaria
011-4796-5828
redsolidaria@fibertel.com.ar

12 de julio de 2010

El 82 por ciento

Por José Natanson

No siempre hubo Estado. En el pasado, cuando las sociedades todavía no habían construido sus sistemas previsionales, la supervivencia de quienes se veían obligados a retirarse de la actividad laboral se garantizaba a través de arreglos intergeneracionales: la generación activa (padre e hijos mayores) se encargaba de garantizar el consumo básico de las generaciones no activas (hijos menores y abuelos).

Estos pactos no escritos daban lugar a los clásicos esquemas de convivencia pre familia nuclear burguesa, con más de dos generaciones compartiendo un mismo hogar, esas típicas familias retratadas por ejemplo en la literatura inglesa del siglo XIX: abuelos, padres, hijos, parientes pobres adoptados, algún primo y esas hermanas jóvenes y hermosas corriendo por praderas verde radiante, todos viviendo en la misma mansión enorme y húmeda.

Si se mira con atención, es fácil comprobar que este tipo de diseño familiar todavía subsiste en las economías más atrasadas (en algunas zonas de Africa, por ejemplo), e incluso en los hogares de menores ingresos en los países en vías de desarrollo, donde el Estado está tan ausente como en la Inglaterra victoriana.

Más tarde, con la expansión de la economía industrial y el ascenso de la sociedad de masas, fueron surgiendo diferentes asociaciones voluntarias –-asociaciones de autoayuda, grupos de socorros, mutuales– orientadas a cubrir los riesgos del ciclo vital. Y luego el Estado. Entre fines del siglo XIX (en los países más modernos de Europa) y principios/mediados del siglo XX (en el resto del mundo occidental), el sector público fue asumiendo una creciente responsabilidad como protector social. El primer hito en el nacimiento de lo que luego se conocería como “sistema de seguridad social” fue el famoso discurso del canciller de hierro, Otto von Bismarck, en 1883 en el Reichstag, donde anunció una serie de leyes –seguro contra enfermedades, accidentes y vejez– que dieron origen al primer Estado de bienestar del mundo, cuyo objetivo obvio era asegurarse el apoyo de la creciente clase obrera y cuyo fondo implícito era el rechazo filosófico alemán al individualismo utilitarista británico de Adam Smith.

La novedad es que el contrato intertemporal ya no quedaba supeditado a los límites –y la discrecionalidad– de las familias ni a las posibilidades de las asociaciones voluntarias entre iguales, sino que comenzaba a ser organizado por el Estado para toda la sociedad. Como señalan Jorge Colina, Lucas Ronconi y Mariano Tommasi (“Problemas para la expansión del grado de cobertura en el sistema reformado de pensiones argentino”), el sistema previsional público implicaba la institucionalización de una regla general por la cual las personas sacrifican durante su vida activa parte de su consumo presente con vistas a garantizar un flujo de ingresos futuros durante la vejez. Como el ser humano es miope, y probablemente privilegiaría el corto por sobre el largo plazo si pudiera elegir, el sistema es obligatorio.

Avances y retrocesos
en América latina
Los sistemas jubilatorios latinoamericanos surgieron a principios del siglo XX (en 1904 se creó la primera caja de pensiones argentina y en 1925 la de Chile) y siguieron un recorrido similar al europeo: de las asociaciones voluntarias al Estado, en un proceso de universalización progresivo que comenzó por el sector público y luego se fue expandiendo a los estados provinciales y al sector privado. En Argentina, la jubilación obligatoria comenzó a regir en 1932 para el sector público; y en un salto crucial, durante el primer peronismo se extendió al sector privado.

Reflejo de un Estado de bienestar imperfecto, la seguridad social argentina se fue configurando como un sistema fragmentado, con cajas para diversos sectores de la actividad privada, cajas nacionales y provinciales, regímenes especiales como el de los militares o los jueces, etc. Sin entrar en detalles acerca del viejo sistema, digamos simplemente que era generoso y caótico e insostenible, y que los diferentes intentos por reorganizarlo –hubo uno importante en 1967– fracasaron.

Hasta Menem. En 1993, como parte del programa de reformas neoliberales, se llevó adelante el primer proceso exitoso de modernización y privatización de la seguridad social. Se creó un solo ente gestor (el Anses), se centralizó el pago de todas las cotizaciones en una única contribución y se delegó su gestión en la AFIP. Se establecieron las ART y, con la creación de las AFJP, se dio forma a un sistema mixto.

La reforma argentina fue parte de una tendencia general. En “Reformas a los sistemas de jubilaciones y pensiones en América Latina: paradigmas y temas emergentes”, Fabio M. Bertranou señala que durante los ’90 se realizaron doce trasformaciones que denomina estructurales, es decir que no afectaron a una parte sino a la totalidad del sistema. En una vuelta de tuerca interesante (“Política y reforma de la seguridad social en América Latina”), Carmelo Mesa Lago compara las reformas realizadas en la región y concluye que existe una relación inversa entre el nivel de privatización y el grado de democracia del país: cuanto más democrático, abierto y pluralista era el sistema político, menos privatista la reforma. Los ejemplos extremos son, de un lado, la reforma chilena (bajo Pinochet), la peruana (bajo Fujimori pos autogolpe) y la mexicana (bajo el PRI hegemónico); y, del otro, las reformas de orientación más pública, como las realizadas en los dos países de más sólida tradición democrática de la región: Uruguay y Costa Rica. En este cuadro, Argentina ocupa un lugar intermedio.

El fracaso fue general. Las reformas no bajaron los costos de transacción (alcanza con comprobar las fastuosas comisiones que cobraban las AFJP antes de su paso a mejor vida), no crearon un mercado de capitales dinámico y no avanzaron en lo que debería ser su objetivo básico: la extensión de la cobertura. Según el más completo informe elaborado hasta ahora (Carmelo Mesa Lago, “Evaluación de un cuarto de siglo de reformas estructurales en América Latina”), el promedio ponderado de cobertura cayó de 38 por ciento antes de las reformas a 27 por ciento después.

El futuro
Nacido en simultáneo con el proceso de industrialización y consolidado en pleno auge de la sociedad salarial, como parte de la ampliación del Estado de bienestar, el sistema de seguridad social se organizó en base a lo que los especialistas denominan “paradigma bismarckiano”, en el sentido de pensiones a la vejez basadas en el aporte de los trabajadores durante su vida activa.

Es este modelo el que está en crisis. En los países desarrollados, el problema radica en el envejecimiento poblacional: la combinación entre el incremento de la esperanza de vida (71 años para el hombre y casi 80 para la mujer en Europa occidental) y la baja tasa de fecundidad (1,5) han producido un crecimiento vegetativo cercano a cero: una sociedad de viejos. En los países en desarrollo, la crisis es resultado de la alta informalidad económica, que priva al sistema del aporte de un sector considerable de los trabajadores: el empleo en negro araña el 55 por ciento en el promedio latinoamericano.

La consecuencia, en el Norte y en el Sur, es un achicamiento de la tasa de dependencia, es decir el cociente entre la población activa (que aporta) y la pasiva (que cobra). En Europa occidental es hoy de 4 a 1, y podría reducirse a la mitad en los próximos 20 o 30 años. Pero la situación es aún peor en países que combinan tendencias propias del Primer Mundo con problemas del tercero: es el caso de Argentina, donde el bajo crecimiento vegetativo –1,3 por ciento anual– se suma a la alta informalidad laboral –en torno del 41 por ciento–, lo que da como resultado una relación entre activos y pasivos crítica: 1,52 a 1.

Atendiendo a estos datos, parece evidente que el paradigma que organizó los sistemas previsionales, incluso los más avanzados, exige una revisión profunda. En América latina, las reformas neoliberales no fracasaron por problemas de diseño o ejecución, sino porque, pensadas en los laboratorios almidonados de los organismos internacionales, no tuvieron en cuenta las características de la economía.

Afortunadamente, esto podría estar cambiando. Junto al fin del ciclo neoliberal y el ascenso de la nueva izquierda en la región ha comenzado a registrarse la tendencia a una contrarreforma previsional, con el objetivo básico de extender la cobertura mediante el otorgamiento más o menos masivo de pensiones semicontributivas (para aquellos que no aportaron los años suficientes) o no contributivas (para quienes no aportaron nunca). Quizá sea excesivo decir que son revolucionarias, pero son indudablemente transformadoras en la medida en que implican romper el paradigma bismarckiano vigente hasta el momento.

En Chile, Michelle Bachelet estableció una jubilación mínima universal –“pilar solidario”– para todos los mayores de 65 años, hayan aportado o no, mientras que Lula, tras impulsar al comienzo de su mandato una reforma duramente criticada por la izquierda, comenzó a incorporar a quienes habían trabajado en el sector informal pero no habían realizado contribuciones (fundamentalmente del sector agrícola y doméstico). En Argentina, el kirchnerismo lanzó las moratorias previsionales que permitieron avanzar en una ampliación de la cobertura (2,4 millones de nuevos beneficiarios desde el 2004), junto al aumento del monto de la jubilación mínima (casi 500 por ciento acumulado desde 2003).

Aunque se trata, en todos los casos, de reformas solidarias y con claras intenciones redistributivas, ninguna soluciona los problemas estructurales de vulnerabilidad de los sistemas previsionales, jaqueados por la baja tasa de dependencia. Se impone, por lo tanto, una discusión más profunda, que parece difícil que pueda darse en el contexto actual. Como el perro-rata brasileño, las heladeras de los supermercados chinos apagadas por las noches y el múltiple orgasmo masculino, el 82 por ciento móvil es un mito urbano, una potente construcción simbólica que hunde sus raíces en el legendario Estado de bienestar argentino. Ahí radica la eficacia política del planteo opositor, aunque en la práctica el porcentaje mágico no se aplique desde hace cuatro décadas y aunque, con la excepción de algunos legisladores de centroizquierda, el resto de sus defensores sea incapaz de explicar de manera más o menos coherente de dónde piensa sacar semejante cantidad de dinero.

La disputa por el conocimiento

Temas de debate: Políticas de innovación tecnológica

La inversión en investigación y desarrollo es una de las claves para lograr una mejor inserción internacional. Por eso es necesario incrementar los desembolsos estatales e incentivar a los privados, al mismo tiempo que se garantiza una apropiación social de los beneficios.
Producción: Tomás Lukin

11 de julio de 2010

El 82 por ciento

Por José Natanson

No siempre hubo Estado. En el pasado, cuando las sociedades todavía no habían construido sus sistemas previsionales, la supervivencia de quienes se veían obligados a retirarse de la actividad laboral se garantizaba a través de arreglos intergeneracionales: la generación activa (padre e hijos mayores) se encargaba de garantizar el consumo básico de las generaciones no activas (hijos menores y abuelos).
Estos pactos no escritos daban lugar a los clásicos esquemas de convivencia pre familia nuclear burguesa, con más de dos generaciones compartiendo un mismo hogar, esas típicas familias retratadas por ejemplo en la literatura inglesa del siglo XIX: abuelos, padres, hijos, parientes pobres adoptados, algún primo y esas hermanas jóvenes y hermosas corriendo por praderas verde radiante, todos viviendo en la misma mansión enorme y húmeda.
Si se mira con atención, es fácil comprobar que este tipo de diseño familiar todavía subsiste en las economías más atrasadas (en algunas zonas de Africa, por ejemplo), e incluso en los hogares de menores ingresos en los países en vías de desarrollo, donde el Estado está tan ausente como en la Inglaterra victoriana.
Más tarde, con la expansión de la economía industrial y el ascenso de la sociedad de masas, fueron surgiendo diferentes asociaciones voluntarias –-asociaciones de autoayuda, grupos de socorros, mutuales– orientadas a cubrir los riesgos del ciclo vital. Y luego el Estado. Entre fines del siglo XIX (en los países más modernos de Europa) y principios/mediados del siglo XX (en el resto del mundo occidental), el sector público fue asumiendo una creciente responsabilidad como protector social. El primer hito en el nacimiento de lo que luego se conocería como “sistema de seguridad social” fue el famoso discurso del canciller de hierro, Otto von Bismarck, en 1883 en el Reichstag, donde anunció una serie de leyes –seguro contra enfermedades, accidentes y vejez– que dieron origen al primer Estado de bienestar del mundo, cuyo objetivo obvio era asegurarse el apoyo de la creciente clase obrera y cuyo fondo implícito era el rechazo filosófico alemán al individualismo utilitarista británico de Adam Smith.

Ver mas en http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/1-149252-2010-07-11.html

10 de julio de 2010

“Vamos a trabajar para que no se vuelvan a ir”

El ministro de Educación, Alberto Sileoni, analiza el impacto de la Asignación Universal por Hijo en la escuela: desde que se implementó el plan asistencial, se incorporaron 250 mil nuevos alumnos al sistema educativo. El incremento se debe a que el beneficio establece como requisito la presentación de los certificados de escolaridad y vacunación.

Por Tomás Lukin

“Algunos titularon que no había bancos, pero la noticia es que hay más pibes en las escuelas”, dice Sileoni. El ministro de Educación, Alberto Sileoni, explica que el mayor impacto se observa en las escuelas secundarias, y en las regiones más vulnerables del país, pero también creció la tasa de escolaridad en el nivel inicial y primario. El incremento se debe a que la reglamentación del plan social establece como condición necesaria para percibir el beneficio la presentación de los certificados de escolaridad y vacunación. En diálogo con Página/12, el funcionario advierte que el mayor desafío a partir de la masividad alcanzada es asegurar la retención de esos chicos en el sistema y preservar la calidad.

–¿Cómo ha sido el impacto de la asignación universal en el área de educación?

–Se sumaron al sistema educativo 250 mil chicos, pero todavía no tenemos un número definitivo. El nivel secundario es donde se observa con mayor nitidez, sobre todo en las escuelas urbanas marginales. También en el nivel inicial, salas de cuatro y cinco años, aunque ahí la cobertura ya era muy elevada. El problema de la secundaria es que vamos perdiendo a los chicos en el camino, ésa es una de las mayores dificultades que tenemos. La asignación universal tiene el valor de retener, pero también el inmenso valor de reincorporar. El 25 por ciento de incremento en la escolarización corresponde a los primeros sondeos que hicimos desde la dirección nacional de estadística. Pero no se trata de un comportamiento uniforme para todo el sistema educativo.

–¿Existen diferencias en materia regional?

–El mayor impacto se observa en el conurbano bonaerense. La provincia de Buenos Aires, que representa alrededor del 40 por ciento del sistema educativo, incorporó 100 mil pibes. También hay movimientos claros en el noroeste y noreste del país, Córdoba y Santa Fe. El número está en construcción, pero nos permite suponer que este año se van a superar los 250 mil nuevos alumnos de un universo de 500 mil que están afuera del sistema. El objetivo es que no quede ninguno, pero cuanto más se rodea el problema va quedando el núcleo duro, que es más difícil ya que muchos tienen una alternativa laboral afuera.

–La AUH compite con puestos de trabajo informales a los que acceden muchas veces los adolescentes.

–Absolutamente. Es una de las paradojas del crecimiento económico. Las crisis no son necesariamente el momento en el que más se abandona la escuela, en épocas de bonanza se compite con el mercado laboral. Ahí tenemos un punto de tensión. La AUH es convocante y masiva, y las condicionalidades en salud y educación colaboran. Estamos trabajando también en conjunto con una red de más de 1000 organizaciones sociales que lideran Cáritas, FOC y SES, que colaboran en la detección de personas que todavía no cobran la AUH, llegan a lugares más finos. Son muchas organizaciones que ocuparon el lugar del Estado cuando éste se retiró y nosotros somos un Estado que vuelve en una época de síntesis. Trabajamos muy bien, es convergente.

–Más allá de las condicionalidades para percibir la totalidad de la prestación, ¿cómo garantizan la retención de los alumnos en las escuelas?

–Primero: queremos ser firmes en la condicionalidad para que no se convierta en una cuestión meramente asistencial. Pero como educación el desafío es trabajar para que no se vuelvan a ir. Es una gran responsabilidad y la sentimos, porque muchos de esos chicos ya se fueron de las escuelas. Hay que parar el drenaje. Ahí adquieren relevancia las medidas que estamos tomando como el programa Conectar igualdad para reducir las brechas tecnológicas a partir de la entrega de laptops. La escuela tiene que ser un lugar que invite a los pibes a quedarse. Hay que desmontar algunos mitos. No es más exigente el que más reprueba. No es mejor escuela la que más expulsa. Se trata de diseñar otra secundaria que, sin perder calidad, sea menos rígida.

–¿Qué significa menor rigidez?

–La escuela secundaria clásica no piensa en alumnos que puedan ser trabajadores, o alumnas que estén embarazadas o sean mamás y papás. Estamos incorporando más tutores, profesores por cursos, contraturnos, habilitamos la posibilidad de que se comience el ciclo lectivo en agosto, sabemos que los problemas se concentran al momento de los exámenes en la primaria y durante los dos primeros años de la secundaria. Cuando esto ocurre en familias no pobres acuden a profesores particulares, pero los sectores vulnerables no pueden. Tampoco tienen el mandato familiar de hacer la secundaria. Tienen más dificultades, no menos condiciones. La pobreza es un obstáculo para educar.

–Algunos directores negaron vacantes a chicos que se inscribían a partir de la AUH, ¿cómo se interpreta ese rechazo?

–Son excepciones. Acá también estamos dando una disputa cultural y política. La secundaria tiene un ADN que es selectivo. Hay todavía sectores que entienden que la secundaria debe ser selectiva y que algunos chicos no deben estar adentro. Lo que era universal hasta no hace mucho en todo mundo era la primaria. Nosotros somos la primera generación que se autoimpone el mandato de que todos los chicos vayan 13 años a la escuela. Esto es algo que se construye. Son procesos arduos, largos y costosos.

–¿La inclusión de más de 250 mil chicos al sistema generó dificultades en materia edilicia?

–Más que un tema edilicio, que algunos tuvimos, lo que observamos es mayor población en las aulas que llega al límite de lo tolerable y problemas de mobiliario. Muchas provincias salieron a comprar de urgencia sillas de plástico apilables baratas. Nosotros dispusimos dos líneas de acción: se realizó una compra centralizada por ocho millones de pesos y además se efectuaron transferencias por 7,6 millones de pesos a distintas provincias –Buenos Aires, Entre Ríos, La Rioja, Santiago del Estero, Tucumán y Corrientes– para la compra de mobiliario. En eso somos claros: la responsabilidad de la dotación de los recursos es del Estado, tanto Nación como las provincias. No queremos que nos escamoteen la noticia, porque algunos titularon que no había bancos. Nosotros reconocemos que evidentemente en algunas escuelas faltan insumos, pero ésa no es la noticia. La noticia es que hay más pibes en las escuelas por la asignación universal y eso genera un cuello de botella en el mobiliario.

–Las familias que envían a sus hijos a establecimientos privados gratuitos o con cuotas muy bajas porque no existe alternativa pública, ¿pueden ser beneficiarias de la asignación?

–Todavía estamos en proceso de resolverlo, no está definido ya que se prorrogó la entrega de libretas hasta agosto. Estamos trabajando, son alrededor de 600 escuelas. Pero, al no estar selladas las libretas, no podemos precisar si hoy están cobrando.

–En pocos meses comienza el debate alrededor del presupuesto, ¿qué lugar ocupa la inversión en educación en el país?

–A fin de año llegaremos al 6 por ciento del PIB, es un porcentaje muy importante. En 2011 ese presupuesto será exclusivo para Educación y no compartido entre Educación y Ciencia y Tecnología, por lo que se verá un incremento el año que viene. En 2003 arrancamos con un presupuesto del 3,5 por ciento de un producto mucho más flaco que el actual, hoy tenemos la inversión en educación más alta de la región. Obviamente que comparado con los países desarrollados todavía hay un camino por recorrer. Se va a sostener este nivel de inversión y se van a comenzar a ver más resultados, desde la construcción de escuelas hasta cuestiones salariales. Además, la Nación tiene una participación creciente. Antes la relación era: 27 por ciento Nación y el 73 por ciento las provincias. Ahora es 40 por ciento Nación y el 60 por ciento lo ponen las provincias. De todas formas, reconocemos que tenemos mucho por mejorar en distintos sectores, desde la educación inicial hasta cuestiones salariales. Pero no alcanza con mejores condiciones dentro de la escuela, sino mejores condiciones sociales y económicas.

Ver además "Breve reseña de la educación Argentina"

2 de julio de 2010

EVASIÓN AGROPECUARIA

LA AFIP DETECTÓ MANIOBRAS POR MÁS DE 5.650 MILLONES DE PESOS


En el último año y medio el fisco descubrió la comercialización en negro de más de 7.000.000 toneladas de granos.
Las maniobras se concentran mayoritariamente en la producción y venta de soja, y en menor medida en maíz y trigo.
Según cálculos fiscales, la evasión estimada sería de $ 615 millones.
La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) continúa reforzando sus acciones de fiscalización en materia agropecuaria y los controles sobre la primera línea de operadores inscriptos en el Registro Fiscal de Operadores de Granos. Desde enero de 2009 a la fecha fueron detectados más de siete millones de toneladas de granos comercializadas “en negro”, por un monto superior a los 5.650 millones de pesos, que representan una evasión estimada de 615.000.000 de pesos.
Al analizar la comercialización ilegal de granos, y puntualmente en el caso de la soja, el administrador federal de Ingresos Públicos, Ricardo Echegaray detalló que “desde enero de 2009 se detectaron 6,5 millones de toneladas en ‘negro’, por un valor de $ 5.200 millones, estimando una evasión de $ 570 millones”. En ese sentido, aseguró que los controles en ruta, las Cartas de Porte y los procedimientos en los molinos y acopios, son las principales herramientas que tiene el organismo fiscal para combatir la evasión.
Echegaray afirmó que en lo que va del año se realizaron la misma cantidad de operativos de controles en ruta que en todo 2009. Como ejemplo, graficó que “los operativos en molinos y acopios se incrementaron en más de un 300%, ya que en el año pasado se habían realizado 134 contra un total 509 en lo que va del año”.
Con relación a los allanamientos de domicilios de empresas y estudios profesionales, también se registró un incremento similar: se pasó de 54 procedimientos en 2009 a 157 en los primeros 5 meses de 2010.
En los controles se encontraron gran cantidad de productores ocultos y también su producción marginal, contra los cuales se practicaron las determinaciones de los impuestos correspondientes. Cabe destacar que el fisco denunció penalmente a 202 productores, de los cuales 49 fueron procesados, cuatro condenados y 16 detenidos. Los 450 productores ocultos de Río Cuarto -que fueron detectados por la AFIP junto con dos empresas “fantasmas”- aún se encuentran en proceso de fiscalización.
Por último, Echegaray explicó que las principales maniobras detectadas consisten en la producción y comercialización marginal utilizando a sujetos insolventes, conocidos como “prestanombres”, y sociedades “fantasmas” que, a través de facturas apócrifas, evaden el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y Ganancias. “El ilícito se completa falseando o robando identidades y claves fiscales, y la simulación del circuito financiero o medios de pago de las operaciones”, puntualizó el funcionario y concluyó asegurando que “todas las acciones y controles que viene realizando la AFIP, permitieron apuntalar e incrementar mes a mes la recaudación tributaria del Estado Nacional”.

1 de julio de 2010

Argentinos, los más preparados para entender la crisis europea

La Unión Europea avanzó hace un poco más de 10 años en establecer una moneda única pero los países que la integran no definieron una política económica común y, mucho más importante, se unificaron bajo esa moneda economías con estructuras productivas muy disímiles. Así resultó que uno de los países con mayor peso a nivel mundial de sectores de alta tecnología, Alemania, tuviera el mismo tipo de cambio nominal que uno con una estructura basada en sectores de baja tecnología, Grecia.

Durante la presente década el euro se revaluó, lo que refleja entre otras cosas la productividad de la economía alemana. Con un tipo de cambio revaluado, ninguna empresa de mediana o alta tecnología podía ser competitiva en Grecia, que quedó relegada a invertir en actividades de baja productividad y pasó a tener la “moneda más poderosa del planeta” al mismo tiempo que condenaba su economía real a la trampa del subdesarrollo.

En la década pasada, los ’90, la Argentina se alineó automáticamente a los EE.UU., abrió su economía unilateralmente y adoptó una moneda “atada al dólar”. En ese mismo período, EE.UU. experimentó un salto en sus potencialidades científicas tecnológicas que, sumado a otros factores, generó expectativas de aumentos en la productividad superiores a los de los restantes países del mundo, haciendo que su moneda se fortaleciese respecto de las demás. EE.UU. tenía la moneda más fuerte porque se esperaba que, una vez relanzado el capitalismo hacia una nueva onda larga de acumulación, fuera la economía más poderosa del planeta.

También la Argentina pasó a tener la moneda más poderosa pero no tenía la economía más productiva ni generaba ninguna expectativa de salto en su potencial científico y tecnológico. ¿Cómo logró el gobierno liberal de Carlos Menem-Cavallo convencer al mundo que su moneda era sustentable? Porque logró convencer a los capitales internacionales de que las políticas de privatización y desregulación generarían tasas de crecimiento permanentes de la productividad. Equivocación propia de la teoría económica dominante, que confunde lo transitorio con lo permanente. Para ello empeñó su futuro, entregando como pago adelantado las empresas públicas por sólo u$s30.000 M y generando un endeudamiento externo por u$s80.000 M. (con la ayuda de los economistas mediáticos convencimos a propios y ajenos de que estábamos en el Primer Mundo, que ya habíamos llegado, pero cuando dejaron de prestarle, Argentina volvió a la realidad).

Estados Unidos puede seguir manteniendo su valor del dólar, tiene una enorme variedad de instrumentos para seguir viviendo de promesas de saltos de productividad; entre ellos, que su reemplazo como potencia hegemónica está vacante (y lo seguirá estando por mucho tiempo). Grecia, Portugal, España, tienen la moneda más poderosa porque se endeudaron, situación que se ha amplificado por la especulación financiera que la empeora de modo exponencial: el euro se revaluó de u$s0,8 a u$s1,6 hacia finales de 2008, en parte por el avance alemán y en parte por la burbuja especulativa.

La fiesta terminó. La crisis en los países del sur de Europa quizás no llegue a ser tan trágica como en la Argentina del 2002 porque estos países están en Europa, y Alemania ha decidido hace unas décadas que su mercado interno es el europeo y no querrá que se destruya y, mucho más importante, porque son los bancos alemanes los principales financistas de la “fiesta”. Pero, como los argentinos sabemos, las “fiestas” las disfrutan más unos que otros pero las “cuentas” las terminan pagando más “otros” que “unos”. Así, Alemania (y los otros países poderosos y el FMI) financiará a los países endeudados pero sólo para pagarle a los acreedores, que son sus bancos. En el ínterin, el Banco Central Europeo y el FMI descargarán sus tradicionales baterías de recomendaciones de ajuste sobre el “estado de bienestar” de Grecia, España, Irlanda, Italia y Portugal.

Para lo que todavía no estamos preparados los argentinos es para aceptar definitivamente que el camino al desarrollo es más complejo y va en una dirección distinta al elegido en los ’90. Basta mirar la experiencia internacional de los últimos 200 años: durante la hegemonía inglesa, sólo un grupo de países logró avanzar y converger con el líder, mientras que aumentaba la brecha sobre el resto de los países del mundo. Después 1945, el país líder pasó a ser EE.UU. y sólo un puñado de países ha logrado acercársele, mientras que nuevamente la brecha aumentó sobre el resto. ¿Qué hicieron esos países que lograron achicar la brecha con el líder? Un capitalismo autocentrado, que modificó su estructura productiva hacia sectores de media y alta tecnología, apoyados en la expansión del mercado interno regional, sin generar déficits comerciales.

Una estrategia de este tipo requiere una apertura comercial selectiva, que apele al capital extranjero sólo de modo complementario, que se organice sobre la base de ideas económicas propias, con protección a la industria, y sin utilización de la paridad cambiaria como política antiinflacionaria (enfoque monetario de la Balanza de Pagos aplicado en la Argentina en 1976-83 y en 1991-2001). Se trata de desarrollar ventajas competitivas dinámicas basados en fortalecer la base científica-tecnológica y al mismo tiempo adoptar, adaptar, desarrollar y difundir las tecnologías de punta generando un proceso interno de apropiación del avance tecnológico y educando a la población.

Que hoy sigamos discutiendo el modelo es síntoma de nuestro colonialismo mental, y lo más grave es que el pasado está a la vuelta de la esquina.

Tampoco estamos preparados para un modelo que requiera cada vez más trabajadores calificados, el prestigioso sistema educativo argentino ha sido degradado a niveles increíbles. (ver Entrelíneas, N° 25. Edición Especial Educación, en www.ciepyc.unlp.edu.ar )

El desafío actual pasa por recuperar un sistema educativo orientado a la generación de conocimientos y capacidades productivas. Para ello, se requieren muchos años de políticas educativas consistentes y de políticas económicas y sociales que vayan generando una estructura capaz de absorber graduados de alta calidad, para revertir las tendencias desintegradoras que se arrastran de tantos años de exportación de premios Nobel e ingenieros, desempleo e importación de productos intensivos en ciencia y tecnología.