30 de diciembre de 2007

Es el Estado, estúpido

Néstor Kirchner dejó un país menos desigual que cuando asumió pero no muy diferente en términos de equidad que a mediados de la convertibilidad. Tomando como parámetro el coeficiente de Gini (un indicador que en un extremo tiene valor cero si todos ganan lo mismo y en la otra punta vale uno si todo el ingreso lo concentra un individuo), el último dato elaborado por el Indec marca 0,49 para el primer trimestre de este año, mejor que el 0,55 de mediados de 2003, pero similar al coeficiente de 1996 y 1997. Es indiscutible que en este terreno se ha avanzado con demasiada lentitud. Y salvo minorías muy retrógradas, todo el resto coincide en que el Estado juega un rol clave para acelerar el paso en la redistribución.
Llegado a este punto, el primer problema que aparece es que el Estado tal como está resulta casi totalmente ineficaz. Según un estudio publicado el año pasado por tres economistas del Banco Mundial –Edwin Goñi, Humberto López y Luis Servén–, el coeficiente Gini antes de impuestos y beneficios sociales es sólo apenas un poco más elevado que el que surge tomando en cuenta la política fiscal (0,500 vs. 0,481 para el período considerado). En otras palabras, la acción del Estado atenúa la desigualdad muy levemente.
El trabajo titulado Reforma fiscal para la equidad social en América latina muestra que ésa no es una característica original de la Argentina sino común a toda la región: el cobro de impuestos y el gasto en beneficios sociales reduce el Gini promedio de América latina de 0,516 a 0,496, un recorte ínfimo.
Ese mismo estudio revela el contraste con el Primer Mundo. El Gini promedio de los quince países europeos más desarrollados es 0,459, que tras la intervención estatal con impuestos y transferencias baja a 0,311. Una caída de 15 puntos, que más que septuplica el mísero aporte de 2 puntos de los Estados latinoamericanos.
Es interesante notar que la desigualdad europea previa a la injerencia estatal no es significativamente menor que en América latina. Y en algunos casos se acerca mucho: Portugal tiene un Gini de 0,494, Dinamarca 0,486, Italia 0,475 y España 0,468; la diferencia está en que los impuestos y beneficios reducen el Gini a 0,381, 0,285, 0,374 y 0,348, respectivamente.

Es el Estado, estúpido
A primera vista, esos números desafían la idea de que la estructura productiva relativamente más concentrada y menos diversificada que en Europa es determinante en la explicación de la mayor desigualdad social. Una hipótesis incómoda y provocativa que merece análisis de expertos.
También cabe preguntarse sobre la causalidad. ¿Los Estados europeos aportan igualdad porque se trata de países desarrollados, o son países desarrollados porque, entre otras cosas, el Estado favoreció la equidad?
En todo caso, la meta del desarrollo requiere de un Estado diferente y una parte esencial de ese cambio pasa por la reforma tributaria. Tema al que está dedicado uno de los artículos del número de diciembre de la revista Entrelíneas que edita el Centro de Investigaciones en Economía Política y Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata.
Bajo el título Lineamientos para adaptar el sistema tributario al nuevo modelo económico, Alfredo Iñíguez y Rafael Selva sostienen que ahora están dadas las condiciones para encarar una reforma que sirva para “incentivar la acumulación productiva y morigerar las desigualdades que determina el mercado”. Muy resumidamente, la propuesta contempla para una primera etapa: eliminar las exenciones a las rentas financieras y bursátiles en Ganancias de las personas físicas; aplicar alícuota diferencial en Ganancias de las empresas a las utilidades no distribuidas para estimular la reinversión; gravar a todos los activos en Bienes Personales; reimplantar el impuesto a la herencia.
Plantean para más adelante un impuesto a la renta potencial de la tierra, gravar consumos de lujo con impuestos internos y alícuotas preferenciales a las ganancias de las micro y pequeñas empresas. En cuanto al IVA, supeditan cualquier rebaja (que sugieren sea más acentuada para una canasta básica) a que el Estado garantice el traslado a precios.
En el reportaje a este diario a fines de noviembre, la Presidenta dijo que “no hemos pensado en una reforma impositiva”. Pero su ministro de Economía dijo el domingo pasado que se debería ir en el sentido de gravar a la renta financiera con Ganancias y hacia una estructura más basada en Ganancias que en impuestos al consumo.
¿Confusión? ¿Indefinición? ¿Medidas aisladas en lugar de reforma? Habrá que ver.

Por Marcelo Zlotogwiazda
 

10 de diciembre de 2007

Discurso de asunción del mando de la Presidenta CFK en la Asamblea Legislativa

Muchas gracias. ¡Viva, viva la Patria, sí! (APLAUSOS)
Señores Jefes de Estado presentes; señores Jefes de Delegaciones; señores gobernadores; autoridades civiles, militares, eclesiásticas; pueblo de la Patria y Honorable Asamblea Legislativa: vengo esta tarde a dar cumplimiento al artículo 93 de la Constitución Nacional. Luego de haberse realizado elecciones el 28 de octubre, la fórmula que encabecé junto al ingeniero Julio Cobos, obtuvo más del 45 por ciento de los votos válidos emitidos y, por lo tanto, no corresponde, tal cual ha proclamado esta misma Asamblea Legislativa convocar a una segunda vuelta. En esos términos y en los términos del artículo 97, vengo a tomar posesión del cargo de Presidenta de la República Argentina (APLAUSOS), el honor más grande que puede tener una argentino o una argentina, ser elegida por sus compatriotas para representarlos.
Este es un escenario diferente al de hace apenas cuatro años y medio, el 25 de Mayo de 2003. El Presidente, que está sentado a mi izquierda, junto a todos los argentinos cambió en estos cuatro años y medio ese escenario que teníamos aquel 25 de Mayo. Lo hizo en nombre de sus convicciones que son las mías y las de muchísimos argentinos que siempre creímos en el país y en sus hombres y en sus mujeres, en el pueblo y en la Nación, palabras que tal vez en tiempos de la globalización no suenen bien o suenen raro al menos, pero a poco de conocer a los países con más desarrollo económico y social e indagar en las claves de su crecimiento y de su desarrollo, uno puede encontrar en la defensa irrestricta de sus propios intereses, como Estados y sociedades, la clave de ese avance, la clave de ese desarrollo.
Por eso, pueblo y nación en tiempos de globalización siguen más vigentes que nunca, representar los intereses de los argentinos. (APLAUSOS)
Puede tal vez parecer una paradoja, pero la diferencia de 22,25 puntos porcentuales que nuestra fuerza obtuvo con la que salió en segundo término, son casi los mismos 22,24 puntos que usted, Presidente, obtuvo por todo concepto en las elecciones de abril de 2003.
Usted, sentado en este mismo lugar, con más desocupados que votos, se propuso dar término a dos mandatos constitucionales: el que había sido iniciado el 10 de diciembre de 1999 por imperio de la voluntad popular y el que se había iniciado un 2 de enero por voluntad de esta misma Asamblea Legislativa, luego de los trágicos sucesos del 2001.
Ninguno de los dos mandatos constitucionales pudo cumplir los tiempos de la Constitución y usted pudo junto a todos los argentinos, revertir aquella sensación de frustración, de fracaso, de no poder que millones de argentinos sentíamos en esos días que corrían. Lo hizo en nombre de un proyecto político. Usted, después de todo, nunca fue un posmoderno; en tiempos de la posmodernidad, usted es un Presidente de la modernidad y me parece que yo también. (APLAUSOS)
Creemos firmemente en los proyectos políticos; creemos que es posible superar la individualidades que muchas veces con una frase pretendidamente escandalizadora pretenden ocupar, claro, lugares que demandan mucho más lugar si son ideas.
Siempre digo, una idea, una propuesta alternativa, seria, viable, realizable lleva mucho más que dos minutos de televisión o cinco centímetros en las columnas de los diarios. (APLAUSOS)
Las ideas, los proyectos es lo que triunfaron este 28 de Octubre. Yo no me engaño, nunca he creído en los triunfos personales e individuales, descreo profundamente de ellos, porque creo en las construcciones colectivas y la sociedad. Este último 28 de octubre precisamente convalidó, ratificó una construcción política, social y económica diferente, lo hicimos con todos los argentinos.
En el día de hoy, yo no quiero compartir con ustedes cifras o datos o venir a contar las cosas que hemos hecho en estos cuatro años y medio que han sido tan importantes, la renegociación, el pago del Fondo, la lucha sin tregua contra la desocupación, la indigencia, la pobreza en la que vamos obteniendo batallas y triunfos importantes, no el definitivo, porque siempre va a faltar la victoria definitiva mientras haya un pobre en la Patria. Esto lo tenemos muy claro. (APLAUSOS)
Pero quiero en esta tarde y en este lugar en el que estuve tantos años, reflexionar con ustedes acerca de lo que para mí son los cuatro capítulos fundamentales de este proceso que hemos iniciado el 25 de mayo de 2003 y que tiene en las instituciones, en la sociedad, en un modelo económico de acumulación con matriz diversificada e inclusión social y en nuestra inserción en el mundo, los cuatro ítems fundamentales: las instituciones.
Yo he pertenecido durante doce años a este Parlamento, he estado sentada en esas bancas como ustedes y con ustedes, como diputada y como senadora. Recuerdo madrugadas, fines de semanas enteros aquí sancionando el ajuste permanente; "lo pide el Fondo si no se acaba todo" era la frase que más escuchábamos en aquellos días. De allí de la política del ajuste permanente que caracterizó la década de los ´90 pasamos al otro Parlamento, al que aplaudía el default. De la hazaña del ajuste a la hazaña de no pagar.
Creo que, amigos y amigas senadores y diputados de todas las bancadas, hemos logrado recuperar el equilibrio, el rol constitucional que nos asigna precisamente nuestra Carta Magna, volver a ser unos los representantes del oficialismo, los otros los representantes de la oposición; cada uno cumpliendo el mandato popular que le ha conferido la ciudadanía pero volviendo a tener en el rol de senadores y diputados la libertad que no nos imponían desde el Fondo y que tal vez, desde el advenimiento de la democracia no habíamos tenido, porque si en los ´90 tuvimos la presión permanente sobre el Parlamento de los organismos multilaterales y también, de otros argentinos que creían que ese era el camino, porque ellos solos no podían, se hubieran encontrado otros argentinos que le hubieran dicho que no.
En los años ´80 también, arrancados a este mismo Parlamento, las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, el poder militar o el partido militar que terminaba en las postrimerías del siglo XX al luego poder económico característico de los ´90 y de la globalización.
Creo sinceramente que hemos recorrido un largo camino en estos años de democracia y espero profundizar este rol del Congreso, donde podamos discutir y debatir sin adjetivaciones, sin agravios, con propuestas alternativas y viables, con memoria histórica de dónde viene cada uno, qué hizo cada uno y qué representó cada uno que es lo que nos da legitimidad para poder plantear una propuesta. (APLAUSOS)
Quiero decirles que tengo grandes esperanzas, porque creo que estamos reconstruyendo el sistema de decisión que priva la Constitución para todos sus poderes. El Presidente que está a mi izquierda lo hizo en la Casa Rosada, volvió a resituar la política como el instrumento válido para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y para torcer un destino que parecía incierto, que parecía casi maldito por momentos.
Curiosamente fue desde la política donde por primera vez en la República Argentina se empezó a gobernar sin déficit fiscal. Fue desde la política donde por primera vez se comenzó un proceso de desendeudamiento del país. Fue desde la política donde decidimos cancelar nuestras deudas con el Fondo Monetario Internacional, precisamente para tener nuestro modelo de acumulación con autonomía razonable en un mundo globalizado. Fue precisamente entonces desde la política y desde la Casa Rosada donde pudimos evidenciar que los argentinos podíamos porque empezábamos a creer en nosotros mismos. Y también de estos dos poderes, del Ejecutivo y del Poder Legislativo, saldamos una deuda que teníamos con los argentinos: dar una Corte Suprema de Justicia a los argentinos que no los avergonzara, honorable. (APLAUSOS)
Falta aún que también abordemos el resto del Poder Judicial en la reforma que necesariamente deberemos darle, para que la gente, la sociedad, los argentinos vuelvan a sentir a la Justicia como un valor reparador y equilibrador y que también será imprescindible en la reconstrucción del valor "seguridad" para todos los ciudadanos en momentos donde muchas veces resultan incomprensibles muchas decisiones que causan estupor en la ciudadanía que no alcanza a comprender en virtud de qué códigos, de qué principios o de qué leyes, se producen determinadas decisiones judiciales. (APLAUSOS)
Quiero que cuando discutamos estos temas lo hagamos en la misma manera de lo que decía hace unos instantes, todavía tengo presente la discusión que tuvimos durante el año 2005 cuando aprobamos la iniciativa de reforma del Consejo de la Magistratura que comenzó a tener vigencia hace ya más de un año.
Recuerdo los argumentos de muchos opositores y de los medios de comunicación, que no son lo mismo pero a veces se parecen bastante. (APLAUSOS) Y quiero decirles que aquellas profecías que se desgranaron en radio, en televisión, en río de tinta acerca de que íbamos a manipular la Justicia o perseguir a los jueces probos, resultó desestimada, no por otros discursos, sino por la realidad, por la práctica concreta de un nuevo Consejo de la Magistratura que por primera vez es presidido por un académico que precisamente no es de nuestro partido, y que además, a iniciativa de una consejera oficialista y con la aprobación de todos sus miembros, por primera vez los argentinos vamos a conocer las declaraciones juradas de los hombres y mujeres que deciden sobre nuestra vida, libertad y patrimonio. (APLAUSOS)
No es una cuestión menor, también espero que podamos colocar a todos los argentinos en pie de igualdad tributaria, de modo tal que no haya ningún argentino que no pague impuestos. Muchas veces cuando uno escucha algunas declaraciones precisamente de aquellos hombres que deben aplicar la ley y la Constitución, pero por sobre todas las cosas la garantía de la igualdad, porque si algo debe caracterizar el ejercicio de la democracia es la igualdad ante la ley, no solamente la libertad, es la libertad y la igualdad, la una sin la otra no funcionan. Y entonces cuando uno muchas veces escucha algunas declaraciones en cuanto a que esto no es posible, comprende muchas veces la desazón que envuelve a los ciudadanos y a las ciudadanas de a pie, como a mí me gusta llamarles.
Y en esta tarea de reconstruir institucionalidad, sistema democrático constitucional, creo que también ambos poderes del Estado, el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y también la Corte Suprema de Justicia, los tres poderes del Estado, hemos finalmente derribado el muro de la impunidad y decretada la anulación de las leyes de Obediencia Debida, Punto Final e Indultos, hemos aportado a la construcción del sistema democrático. (APLAUSOS)
Yo espero que en estos cuatro años de mi mandato, estos juicios que han demorado más de treinta años en ser iniciados, puedan ser terminados. Tenemos la obligación desde el Ejecutivo, desde el Parlamento, desde la propia Corte Suprema de Justicia y de los Tribunales, de adoptar y diseñar los instrumentos que garantizando todos los derechos y garantías que otros argentinos no tuvieron, permitan finalmente enjuiciar y castigar a quienes fueron responsables del mayor genocidio de nuestra historia. (APLAUSOS)
Se lo debemos a quienes fueron las víctimas; se lo debemos a sus familiares, a las Abuelas, a las Madres, se lo debemos a los sobrevivientes que no pueden seguir estando sometidos a la tortura del relato permanente de la tragedia. Y se lo debemos también a las Fuerzas Armadas, para que de una vez y para siempre, en vistas al Bicentenario, se pueda separar la paja del trigo y entonces los argentinos podamos todos volver a mirarnos a la cara. (APLAUSOS)
Creo también que no solo las instituciones del Estado en sus tres poderes deben abordar la reconstrucción de este nuestro país, creo que también otros estamentos de la sociedad, empresariales, dirigenciales, medios de comunicación deben saber que el hecho de no integrar el espacio público gubernamental, no los exime también de la tarea y de la responsabilidad que a cada uno de aquellos argentinos que tiene un poco más de poder, bastante más poder -diría yo- que el resto de los ciudadanos, tienen también obligación moral de construir un país distinto.
Nos debemos también un relato diferente de nosotros mismos los argentinos, no autocomplacencia, no de ocultamiento, pero sí el necesario reconocimiento a los logros obtenidos y, en todo caso, a marcar lo que falta, pero reconocer lo que se ha logrado.
También creo que la sociedad es parte importante. No se puede cambiar un país únicamente con un buen gobierno en sus tres poderes. Para cambiar un país hace falta un buen gobierno y una buena sociedad, donde cada uno de los ciudadanos sepa que todos los días cuando toma decisiones, está también construyendo el modelo de sociedad en la que quiere vivir.
Debemos interpelarnos cada uno de nosotros, más allá de los lugares que ocupemos, como ciudadanos qué hacemos todos los días para ser un poco mejores y entonces vivir en un país mejor. Esto no significa diluir responsabilidades, sino simplemente que cada uno se haga cargo de la que le corresponde en la construcción de una sociedad diferente. Pero instituciones y sociedad solo se reconocen cuando pueden lograr objetivos de mejorar la calidad de vida de la gente.
Quiero poner entonces, en este nuevo modelo económico de matriz diversificada, de acumulación con inclusión social que se ha puesto en marcha la clave para los tiempos que vienen; un modelo que, reconoce en el trabajo, en la producción, en la industria, en la exportación, en el campo, la fuerza motriz que ha permitido que millones de argentinos vuelvan a recuperar no solo el trabajo, sino además las esperanzas y las ilusiones de que una vida mejor es posible.
Creo que debemos superar ese tabú histórico que siempre hubo entre todos los argentinos de que si el modelo era la industria, de que si el modelo era el campo. Creo que podemos y lo estamos demostrando que en un modelo de acumulación campo e industria tienen sinergia.
Siempre digo, me encantaría vivir en un país donde los mayores ingresos tal vez los produjera la industria. Seguramente estaríamos viviendo en los grandes países desarrollados, donde la industria siempre ha subsidiado al campo. Pero este es el modelo que se eligió muchas veces en el siglo pasado y de lo que se trata entonces es de consensuar esencialmente la profundización de este modelo que nos ha permitido mejorar sustancialmente la calidad de vida de los argentinos. Y aquí hay roles importantes que cumplir, el acuerdo al que hemos hecho mención permanente durante toda nuestra campaña y que no es un acuerdo de precios y salarios. Yo no he venido a ser Presidenta de la República para convertirme en gendarme de la rentabilidad de los empresarios; que se olviden. (APLAUSOS) Tampoco he venido a ser Presidenta para convertirme en parte de alguna interna sindical o política. Tampoco, tampoco. (APLAUSOS)
El acuerdo del que hablo es el acuerdo de las grandes metas, de los grandes objetivos, cuantificables, verificables y luego iremos por sector y por actividad analizando cuál es más competitivo, cuál nos puede dar mejor ventaja, dónde se necesita inversión, dónde innovación tecnológica. Tampoco es casual la decisión de haber elevado a rango de ministerio a la investigación y la tecnología. Creo que allí está la clave o una de las claves para que la competitividad no solamente sea por el tipo de cambio, sino también por la innovación y la investigación. Esto lleva tiempo, esfuerzo, perseverar en los objetivos. Nadie puede hacer las cosas en dos o tres años.
Se trata entonces de poder sentar las bases de acumulación para que luego las elecciones democráticas que marca la Constitución no signifiquen que cada cuatro años los argentinos cambiamos de modelo económico y en una política pendular terminamos frustrando todo. Nadie puede vivir cada cuatro años cambiando absolutamente todo. Siempre hay que cambiar las cosas que se han hecho mal o hacer las que no se han podido hacer, pero rescatando y profundizando las que se hicieron bien. Este tipo de discusión, este tipo de debate es, el que creo, nos debemos todos los argentinos.
En los roles también está el del Estado, el de un Estado que ha decidido colocar a la educación como el otro eje fundamental de transformación y de agregar competitividad. El Presidente que está a mi izquierda y yo somos hijos de la escuela pública y de la universidad pública y gratuita. No es casualidad, no somos hijos de personas con mucho dinero, somos hijos de trabajadores y él es Presidente y yo soy Presidenta; somos eso, producto de la educación pública.
Pero también quiero decir que aquella educación pública no es la de hoy. Quiero decirlo con valentía porque lo siento. Yo me eduqué en una escuela donde había clases todos los días, donde los maestros sabían más que los alumnos, donde nosotros teníamos que estudiar todo el día para poder aprobar y pasar (APLAUSOS), porque creíamos en el esfuerzo, porque creíamos en el sacrificio. Lo recuerdo como si fuera hoy, seguramente mi madre aquí también me recuerda, horas sentada estudiando. Porque no hay financiamiento estatal que valga. Podemos destinar no seis puntos del Producto Bruto, podemos destinar diez, pero si no hay capacitación y formación docente, si los alumnos no estudian, si la familia no se hace cargo, en fin si todos no trabajamos y nos esforzamos y cooperamos en lograr el bien común, va a ser muy difícil no solamente lograr una mejor calidad de educación sino también seguramente un mejor país. Y a eso los convoco a todos, a los padres, a los alumnos, a los docentes, a una escuela pública diferente. (APLAUSOS)
Debemos encontrar aquellos que siempre hemos defendido a la educación pública, porque además, hoy, cuando se producen brechas de equidad en la sociedad son precisamente los sectores más vulnerables, los más pobres los que van a la escuela pública. Los que tienen plata pueden mandar a sus hijos a una universidad privada o a un colegio privado. Los que no tienen nada los mandan cuando pueden a la escuela pública, entonces todos los que formamos y forman parte de la escuela pública debemos encontrar formas dignas de lucha por los derechos que cada uno tiene pero esencialmente defendiendo con inteligencia a la escuela pública. (APLAUSOS) Porque muchas veces con grandes objetivos, grandes discursos y grandes ideales hemos llegado a grandes fracasos. Mi generación de eso puede dar cátedra. Quiero entonces convocar precisamente para esta tarea que nos debemos todos los argentinos.
Un Estado también que coloque a la infraestructura económica y social como otro de los ejes de la inversión y del desarrollo de la actividad económica, como lo hemos hecho en estos últimos cuatro años y medio donde estamos transformando el país. Pueden dar fe de ello los gobernadores que hoy nos acompañan, de todos los partidos políticos y el Presidente que está sentado a mi izquierda. Es casualidad no más que esté sentado a mi izquierda porque yo lo he repetido varias veces, no sea que se lo crea. (APLAUSOS)
Creo que esta gestión ha dado muestra suficiente de que no se ha reparado cuál era el origen partidario o ideológico del gobernador o del intendente. Creemos profundamente en la transformación, en el hacer y en el trabajar y hemos fructificado uniéndonos a hombres y mujeres de distinta pertenencia partidaria con un solo objetivo: cumplir con el mandato popular. No nos votan para que nos peleemos entre nosotros. Nos votan para que trabajemos por ellos, los ciudadanos y las ciudadanas. (APLAUSOS) Esto creo, es lo que también tenemos que hacer para mejorar la movilidad social ascendente que ha sido precisamente lo que ha caracterizado a este país dándonos una poderosa clase media y que permite que hijos de trabajadores puedan llegar a la Primera Magistratura del país. Ese es el país que tenemos que reconstruir los argentinos, reconociéndonos -es cierto- en nuevos instrumentos y en nuevas políticas, porque vivimos también en un mundo diferente y de esto finalmente es de lo que quiero hablar, de nuestra inserción en el mundo.
Ayer, en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno tuve la fotografía que creo que es la fotografía de nuestra historia, de nuestros orígenes, de nuestros intereses. Allí, el Presidente del Brasil que hoy nos acompaña, el Presidente de Ecuador, el Presidente de Paraguay, el Presidente de Bolivia, el Presidente de Venezuela junto a nuestro Presidente (APLAUSOS) firmaban el Acta Fundacional de lo que espero sea un instrumento para la transformación económica y social de nuestros pueblos. Esta es nuestra Casa la América latina que también tiene nombre de mujer (APLAUSOS) y que no significa que nos neguemos al mundo, el MERCOSUR, nuestro espacio al que esperamos que se incorpore a la brevedad Venezuela para cerrar la ecuación energética de América latina (APLAUSOS), porque alimentos y energía serán la clave de un futuro que ya está aquí en la puerta, que no es tan lejano.
Quiero también agradecer la presencia del Presidente de la República Oriental del Uruguay, el doctor Tabaré Vázquez (APLAUSOS) Quiero decirle con toda la sinceridad que siempre he tenido en toda mi práctica política, que no va a tener de esta Presidenta un solo gesto que profundice las diferencias que tenemos, pero también con la misma sinceridad quiero decirle que esta situación que hoy atravesamos no nos es imputable. Porque más allá de medidas que muchas veces podemos no compartir, lo cierto es que nosotros nos hemos presentado en la Corte Internacional de La Haya porque se ha violado el Tratado del Río Uruguay al instalar las pasteras. (APLAUSOS)
Este y no otro es el conflicto; resituar el conflicto requiere también un ejercicio de sinceridad por parte de todos nosotros que no significa ahondar la diferencia; simplemente saber cuál es la diferencia para darle gobernabilidad a esa conflictividad hasta tanto resuelva como corresponde a los Estados de derecho el Tribunal Jurídico Internacional que ambos pactamos en el caso de controversias. Esta es hoy la situación pero sepan compatriotas del Uruguay, de la Patria Grande, que lo sentimos los argentinos y lo vamos a sentir siempre nuestros hermanos. Que de esto no haya ninguna duda. (APLAUSOS)
Quiero también hacerme eco del llamado al Presidente de la República Argentina por parte del señor Presidente de la República de Francia, Nicolás Sarkozy, para que colaboremos en la negociación o en lo que podamos hacer en cuanto a lograr la liberación de la ciudadana franco-colombiana Ingrid Betancourt cuya madre hoy también nos acompaña aquí. (APLAUSOS)
Quiero comprometer el esfuerzo de nuestra diplomacia, el esfuerzo de nuestro país y también solicitar a Dios ilumine al señor Presidente de la hermana y querida República de Colombia para poder alumbrar a una solución que exige el derecho humanitario internacional, sin que esto signifique inmiscuirnos de ningún modo en cuestiones internas de otro país. Pero creo que hay un derecho humanitario internacional que amerita que pongamos todo el esfuerzo, toda la voluntad posible para no llegar demasiado tarde. Allí estará la Argentina ayudando en todo lo que sea posible para lograr una solución.
Finalmente, queremos en este mundo global también fijar nuestra posición en cuanto a una necesidad imperiosa, la reconstrucción del multilateralismo. Un mundo unilateral es un mundo más inseguro, más injusto.
Hemos vivido los argentinos dos veces, en 1992 y 1994, los ataques del terrorismo global. La lucha en la que estamos comprometidos contra ese terrorismo tampoco nos debe llevar a justificar que por temor al terrorismo global incurramos en la violación global de los derechos humanos. No creo en esa ecuación. (APLAUSOS) No lo creo por convicción y no lo creo por estrategia política en la lucha contra el terrorismo. Creo que, por el contrario, es una estrategia que abona y que es absolutamente funcional a los objetivos que ellos pretenden lograr.
Por eso creo que es no solamente de gente sensible ante la condición humana, sino inteligente adoptar metodologías que precisamente no conlleven ningún tipo de violación a los derechos humanos.
Quiero también reafirmar, una vez más, nuestro reclamo irrenunciable e indeclinable a la soberanía sobre nuestras Islas Malvinas (APLAUSOS) y llamamos al país ocupante, que en todos los foros internacionales luce como adelantado y respetuoso, que hay una situación de enclave colonial aquí denunciada ante Naciones Unidas y que es hora de volver a cumplir el mandato de esas mismas Naciones Unidas de las que todos formamos parte. (APLAUSOS)
Creo entonces que la reconstrucción de la multilateralidad es un poco más seguro, porque bueno es decirlo las cosas han cambiado de tal modo que no solamente la multilateralidad sino la equidad serán las que permitirán vivir en un mundo más seguro.
Para terminar, quiero convocar a todos los hombres y mujeres de mi país, a los jóvenes, a los ciudadanos, a las ciudadanas, a las que nos votaron y a los que no lo hicieron, porque en definitiva hoy estamos representando los intereses de todos, quiero hacerlo también desde mis convicciones, ustedes lo saben, como quien se va, como el Presidente formamos parte y muchos de ustedes también de los que están aquí sentados, que no somos marcianos ni Kirchner ni yo, somos miembros de una generación que creyó en ideales y en convicciones y que ni aún, ante el fracaso y la muerte perdimos las ilusiones y las fuerzas para cambiar al mundo. (APLAUSOS)
Tal vez, estemos un poco más modestos y humildes. En aquellos años soñábamos con cambiar el mundo, ahora nos conformamos con cambiar este nuestro país, nuestra casa. (APLAUSOS)
Sé que faltan muchas cosas, sé que tendremos que corregir otras. Estoy convencida de que lo vamos a poder hacer con el esfuerzo y el trabajo de todos los argentinos. También -porque saben, que la sinceridad es uno de mis datos proverbiales- sé que tal vez me cueste más porque soy mujer, porque siempre se puede ser obrera, se puede ser profesional o empresaria, pero siempre nos va a costar más. Estoy absolutamente convencida. (APLAUSOS)
Pero creo tener la fuerza para poder hacerlo y además el ejemplo, el ejemplo no solamente de Eva que no pudo, no pudo, tal vez ella lo merecía más que yo, el ejemplo de unas mujeres que con pañuelo blanco se atrevieron donde nadie se atrevía y lo hicieron. (APLAUSOS) Ese era el ejemplo de ellas, de las Madres y de las Abuelas, de las Madres y de las Abuelas de la Patria. (APLAUSOS) Ese era el ejemplo de ellas y también de nuestros próceres, de Mariano Moreno, de San Martín y de Belgrano.
Quiera Dios y me ilumine para que me equivoque lo menos posible, que me ayude a escuchar, que me ayude a decidir. Lo voy a hacer como siempre he hecho todas las cosas que he emprendido en mi vida: con mis convicciones, con mis ideas y, por sobre todas las cosas, con mi inmenso y eterno compromiso con la Patria.
Muchas gracias. (APLAUSOS)

9 de diciembre de 2007

¿De qué se queja el campo?

La política económica de tipo de cambio alto generó una elevada rentabilidad para el sector agropecuario, fortalecida por unaespectacular alza de los precios internacionales de las commodities.

La política económica de tipo de cambio alto desde enero de 2002 generó una elevada rentabilidad para el sector agropecuario, que a su vez fue alimentada por el fuerte aumento en los precios internacionales de los bienes agrícolas. De acuerdo con un trabajo del Centro de Investigación en Economía Política y Comunicación (Ciepyc) realizado en junio de 2007, la rentabilidad del sector fue en promedio (2002-2006) un 40 por ciento superior a los últimos cuatro años de la convertibilidad. Incluso, debido al comportamiento de los precios de las commodities durante los dos primeros años de vigencia del nuevo esquema macroeconómico, los márgenes de ganancia del sector agrícola promediaron niveles 50 por ciento superiores que los de la convertibilidad, llegando a picos en donde superaron el 80 por ciento.

La descripción de los mayores márgenes representa un piso más que un techo en la rentabilidad del sector agrario. Porque este análisis no incluye aquellas ganancias de rentabilidad que como consecuencia de las mejoras en el rinde y/o reducción de los costos asociados a las nuevas tecnologías se puedan haber producido en los últimos diez años.

Desde la perspectiva de la política económica, no parece razonable que el tipo de cambio efectivo sea igual para todos los sectores. De hecho, en un mundo ideal, sin heterogeneidades, la política de tipo de cambio alto es similar a un subsidio para todos los sectores por igual. Pero no se puede ser neutral entre sectores desiguales, en particular en el caso de la soja y otros granos que perciben rentas asociadas al aumento de los precios internacionales o a la incorporación de paquetes tecnológicos generados o bien por la industria local o bien en otros países (maquinaria agrícola y semillas transgénicas, respectivamente). Por ello, el tipo de cambio debe ser administrado por el Estado y el incremento de las retenciones como medida correctora representa una decisión de política económica que permite retroalimentar el círculo virtuoso de crecimiento.

Incluso, desde la perspectiva del productor agropecuario es claro que su situación en términos temporales es mejor que la de la convertibilidad, al menos en sus últimos cuatro años (1998-2001).

Los representantes del sector, en lugar de cuestionar en forma cortoplacista un esquema de precios relativos que favorece la diversificación productiva, debieran preguntarse qué sería lo más conveniente para ellos: si un tipo de cambio bajo y sin retenciones o un tipo de cambio alto con retenciones.

La primera experiencia es la de los ‘90 con fuerte endeudamiento y pérdida de competitividad con reducción en el valor de las tierras. Por el contrario, el tipo de cambio administrado permite garantizar una mayor estabilidad en la rentabilidad, mayor competitividad de sus productos y una revalorización del precio de las tierras. El Estado, a través de las retenciones, absorbe lo que el sector no obtendría de no mediar una política de sostenimiento del tipo de cambio.

Una postura más inteligente del sector sería reclamar que el Estado invierta el resultado del aumento de las retenciones en el fortalecimiento de la infraestructura de ciencia y técnica, en el subsidio a cultivos y pequeños productores que hoy no se encuentran favorecidos por las condiciones altamente favorables. De esta manera se evitaría que el modelo de monocultivo de la soja se consolide con los impactos evidentes en los precios de los alimentos y en la concentración de la tierra.

Por German Saller
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-3281-2007-12-09.html

26 de noviembre de 2007

Politica tributaria regresiva: una materia pendiente

http://pdf.diariohoy.net/2007/11/25/pdf/cuerpo.pdf

Durante décadas la “política tributaria” podía ser explicada bajo dos preceptos: el intento por reducir la brecha fiscal y la búsqueda de la eficiencia, en los términos de la teoría ortodoxa en materia de tributación, eliminando los impuestos que son “distorsivos” y desalientan la “competitividad”.
Consecuencia de la emulación de la política tributaria de varios de los países centrales iniciada en los años ochenta, resultó que de los impuestos existentes, el Impuesto al Valor Agregado (IVA) permitió la consecución de ambos objetivos: mediante su ampliación e incremento se consiguió una rápida recaudación que permitió la eliminación o reducción de otros gravámenes más “distorsivos” para la competitividad de la economía como los impuestos que gravan el capital y los que inciden en los costos de producción, incrementando de esta forma el margen de rentabilidad.
Más allá de la necesaria discu
sión respecto a esta concepción, que hace a la economía política, la réplica en países periféricos como el nuestro carece de sentido. Sólo vasta observar cuál era el punto de partida de unos y otros en cuanto a la estructura tributaria, para confirmar la nula validez de este argumento.
En un informe publicado por el CIEPYC (Centro de Investigación en Economía Política y Comunicación) en base a la información de la recaudación impositiva del Sector Público Nacional, se clasifican los impuestos de acuerdo a su incidencia en el ingreso en Regresivos, Poco Regresivos, Poco Progresivos, Progresivos y Muy Progresivos.
Teniendo en cuenta la evolución macroeconómica argentina del último cuarto siglo, se definieron cinco periodos (1980-82, 1986-88, 1993-94, 1996-98 y 2004-06) para los que se intenta reflejar la estructura impositiva subyacente a cada uno.
La Tabla muestra la estructura tributaria según el periodo y tipo de impuesto. En esta se puede apreciar la evolución de la participación de cada tipo de tributo en cada esquema macroeconómico imperante.
Claramente, la política tributaria definida durante la dictadura, como la imperante en la década de los noventa, muestra un sesgo hacia la recaudación en base a impuestos definidos como regresivos, alcanzando en el periodo 1996-98 a la mitad de la recaudación en cabeza de impuestos al consumo, de efecto inequitativo sobre una distribución del ingreso ya por demás desigual. El rol de impuesto clave que adquirió el IVA tuvo como correlato directo un incremento de la regresividad del sistema tributario argentino.
La etapa más reciente introduce cambios en particular al incrementarse el porcentaje del total recaudado por los impuestos determinados progresivos o muy progresivos en mayor medida que el resto. Un rol fundamental cumple para este logro el aumento de la actividad económica, la suba de las ganancias y la instauración del impuesto a los débitos y créditos en cuenta corriente y las retenciones a las exportaciones que actúan como un gravamen a la renta producto de la explotación de los recursos naturales, que con cosechas extraordinarias en el caso de algunos cultivos y elevados precios internacionales, representan más del 2% del producto y el 10% de la recaudación total de la Nación.
PERIODO             1980-82     1986-88    1993-94     1996-98    2004-06
Muy Progresivos:  14,4%        12,0%         13,5%      18,9%     25,2%
       Progresivos:     4,4%           6,1%          0,5%       0,3%      10,2%
Poco Progresivos:     7,5%        11,3%        2,0%       1,7%        8,6%  
      Poco Regresivos:   32,5%       40,9%       36,4%      29,7%     20,3%      
            Regresivos:      41,3%          29,8%      47,5%      49,4%      35,7%       
Fuente: CIEPYC en base a datos de DIRECCION NACIONAL DE INVESTIGACIONES Y ANALISIS FISCAL.

La conformación del sistema tributario se determina -como todo lo que atañe al Estado- mediante la resolución del conflicto de intereses de los distintos sectores en pugna. Así, la estructura tributaria resultante es una manifestación de la lucha por el reparto del excedente y de la determinación por parte del Estado del esquema macroeconómico y el patrón de distribución subyacente.
En la Argentina actual permanece la necesidad de encarar una reforma impositiva que tienda a hacer más progresiva la carga sobre los contribuyentes y de esa forma conciliar la política tributaria con la política distributiva del ingreso.
Sin embargo, habiendo pasado ya tres ministros de economía, el actual gobierno no tuvo una política definida, más allá del sostenimiento del impuesto “al cheque” y la ampliación de las retenciones (derechos) sobre las exportaciones del complejo agroindustrial y energético
No obstante lo anterior, se evidencia un cambio significativo en la lógica de la recaudación, al poder mantener elevados niveles de superávit y haber salido del constante escenario de ajuste que suponía tener que bajar el gasto público o aumentar la recaudación “como sea”.
La “holgura” fiscal permitiría entonces replantear, bajo este nuevo esquema, la estructura impositiva necesaria para financiar un proceso de desarrollo inclusivo y morigerador de las diferencias en la distribución de los ingresos.

17 de agosto de 2007

La cadena agroindustrial en el desarrollo económico argentino

Por Aldo Ferrer, Gustavo Grobocopatel y Bernardo Kosacoff
Los autores de estas notas compartimos inquietudes, experiencias y expectativas, referidas a la situación de nuestro país y su futuro. En los últimos tiempos, nos hemos reunido varias veces para cambiar ideas. Al analizar el escenario actual de la Argentina y el mundo, una cuestión central que surge es el notable dinamismo de la cadena agroindustrial, que tiende a prolongarse, a largo plazo, por los recursos disponibles en el país y las transformaciones en curso en el orden mundial.
La pregunta es qué hacer para desplegar todo el potencial de la cadena y vincularlo a la formación de un país industrial avanzado, generador de empleo y bienestar, capaz de decidir su propio destino en un sistema internacional globalizado.
Conocimiento aplicado
Los emprendedores y el conjunto de los recursos humanos aplicados en la cadena agroindustrial (CAI), han demostrado una extraordinaria aptitud para aplicar el conocimiento en el desarrollo de los recursos naturales del país y, sobre estas bases, multiplicar la producción y el empleo, abastecer al mercado interno y aumentar las exportaciones.
Los cambios en el escenario internacional -en el que se destaca la emergencia de los países asiáticos- han contribuido a un incremento de la demanda y de los precios de los bienes de la CAI.
La convergencia del potencial de recursos argentinos desarrollados en el marco de un extenso proceso evolutivo -donde la incorporación y difusión extraordinaria de innovaciones tecnológicas y organizacionales tuvo un papel significativo- y un contexto externo muy favorable -el cual previsiblemente se mantendrá a mediano y largo plazo– explican el dinamismo actual de la CAI y su proyección como uno de los impulsores fundamentales del desarrollo de la economía argentina.
Las nuevas formas de organización de la agroindustria generan crecientes encadenamientos productivos que impulsan a la economía en su conjunto, a la vez que plantea la necesidad de formular estrategias de bases de negocios que permanentemente sumen valor y se articulen en forma sistémica.
El sector agroindustrial tiene una fuerte base de empresas nacionales y pymes que supieron generar ventajas competitivas dinámicas y enfrentan hoy el desafío de avanzar e integrarse a la economía nacional y proyectarse al mundo con mayor participación, diferenciación y valor.
Estas nuevas formas de organización de la producción generan fuertes complementariedades y externalidades, con crecientes demandas de innovación y empleo calificado. Además son de indudable impacto territorial, con desarrollos locales que generan una mejor y más equilibrada localización geográfica de las actividades productivas.
La prosperidad de países con una constelación de recursos de la CAI, comparables a los de la Argentina, como los Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda y Australia, se sustenta no sólo en el dinamismo del sector, sino en estructuras diversificadas y complejas, capaces de incluir a la mayor parte de la población en la distribución de los frutos del desarrollo.
A su vez, estas sociedades han transitado con éxito desde la lógica de la "seguridad alimentaria" hacia la generación de complejos agroindustriales de alto valor agregado, con fuertes encadenamientos.
Este nuevo camino implica una demanda creciente de la producción primaria para proveer a la industria y la energía y, a su vez, un mayor eslabonamiento de las cadenas primarias con requerimientos de base industrial, servicios e infraestructura, caracterizados por su mayor complejidad y difusión de las innovacione.
El país posible en 2012
Si somos capaces de generar las sinergias entre la actividad privada y las políticas públicas a la altura de las circunstancias, dentro de 5 años, en 2012, podríamos adscribir un escenario deseable y posible como el siguiente:
  • En el período 2007-2012, la economía argentina registró un dinámico cambio estructural, caracterizado por un patrón de especialización con creciente participación de sectores intensivos en innovación y vinculaciones con las ciencias básicas.

    Ya nadie se pregunta cuando llega la próxima crisis. Por el contrario, el debate se focaliza ahora en fortalecer la generación de riqueza, la cohesión y la inclusión social, con una estructura productiva crecientemente diversificada y compleja.
  • El PBI es 40% más alto que en 2007. La tasa de desocupación se redujo al 5% y prácticamente la totalidad de la fuerza de trabajo está ocupada en empleos formales con la debida cobertura social.

    La proporción de personas debajo de la línea de pobreza bajó del 10%. No existen ya personas indigentes. El país cumplió con todas las metas de reducción de pobreza y desigualdad que se plantearon en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de las Naciones Unidas.
  • Existe una proporción creciente de trabajadores del conocimiento, de altos salarios, que trabajan a tiempo flexible y deslocalizados. Se sustenta en un sistema educativo de creciente calidad, con docentes de alto reconocimiento social y pilar del modelo de desarrollo.

    Se consolidó el crecimiento con una macroeconomía consistente con el desarrollo y la gobernabilidad. El ahorro interno aumentó en forma persistente, financiando una creciente tasa de inversión. La intensidad de los intercambios con el mundo creció notablemente, con exportaciones que superan los US$ 70.000 millones.
  • Argentina se consolidó como líder en el mercado mundial de proteínas vegetales y animales, y de aceites. Exporta soja, maíz, trigo o girasol (la producción de granos paso de 90 a 130 millones de toneladas) y también es líder en la exportación de productos manufacturados de aves y cerdos, con productos de gran valor y complejidad, como las presas y los congelados, a más de 100 países.

    Los consumidores de más altos ingresos del mundo demandan carne vacuna argentina, particularmente los cortes más sofisticados. El desarrollo de empresas nacionales permitió multiplicar las exportaciones de productos lácteos y liderar las exportaciones del MERCOSUR al mundo.
  • Un nuevo horizonte presenta el plan nacional de riego, que desvía una parte de las aguas del río Paraná -agua dulce hasta ahora arrojadas al mar- hacia el interior de la llanura pampeana. Inmensas áreas de Santiago, Córdoba, San Luis y La Pampa se beneficiarían con un canal que conduce el agua y la pone disponible para ser transformada en trigo, soja, sorgo, maíz o girasol.

    La producción nacional, se prevé, podría incrementarse en 30 M más de TN de granos y llegar a 160 M de TN de producción. El aumento de los precios internacionales puso condiciones muy favorables para acelerar el proyecto.
  • El liderazgo agroindustrial argentino, con sustento ambiental por la utilización del sistema basado en siembra directa, se extendió a otros productos que cobran cada día mayor importancia en la actividad económica, tales como, vinos, miel, infusiones, olivas, frutas, cítricos y celulosa.

    Existen varias plantas destinadas a la producción de plásticos biodegradables provenientes del procesamiento industrial de cultivos modificados genéticamente, desarrollados en laboratorios de investigación públicos-privados como, asimismo, el desarrollo de polímeros a partir del procesamiento de los sueros lácteos.
  • El sector de alimentos potenció a la metalmecánica (maquinaria agrícola), la petroquímica (fertilizantes y agroquímicos), las semillas, la electrónica (muchas máquinas utilizan estos sistemas), la industria automotriz (camiones y camionetas), la construcción (depósitos, plantas, galpones, puertos, comunicaciones), los plásticos (bolsas para almacenaje y envases para productos).

    Argentina exporta cada vez más tecnología de producción y procesamiento de alimentos y también conocimientos en forma de servicios. Los clientes más importantes están en Latinoamérica, África y la Europa del Este. La inversión publica y privada en biotecnología permitió mejorar la productividad y la calidad de los alimentos; el avance continúa ininterrumpidamente.

    Se registró un progreso importante en las relaciones entre el sistema nacional y tecnológico y la producción. Los conocimientos no quedan encerrados en los laboratorios sino que se transmiten a la sociedad en forma de semillas, medicinas, máquinas o sistemas.
  • El conjunto de la industria argentina se consolidó en estos años. La industria electrónica; la producción e intercambio de bienes informáticos; la industria del software y los servicios vinculados; el diseño en todos sus aspectos; la fabricación de muebles; las autopartes y vehículos de series cortas y alta ingeniería; la publicidad y bienes culturales; la telemedicina; los productos mecanizados complejos; la química fina; los recursos naturales (minería, forestal, energía, pesca) y la producción de insumos industriales básicos (acero, petroquímica, aluminio, cemento) con mayor valor agregado y eslabonamientos; entre otras actividades, configura actualmente una estructura productiva integrada, abierta al mundo y competitiva.
  • Otro de los sectores líderes de la economía es el turismo. Argentina pasó de ser un destino elegido por los precios a ser preferido por la calidad de sus recursos naturales, infraestructura, calidad de sus servicios, además, de la proverbial cordialidad de su gente. Las líneas aéreas conectan directamente las capitales de provincias entre si. La actividad hotelera de diversas categorías se despliega en todo el territorio.
  • La infraestructura de transportes de rutas viales y ferrocarriles integra progresivamente la economía nacional dejando e l histórico despliegue radial centrado en la región metropolitana, como un rasgo del pasado. Existen autovías recientes y en expansión.

    Los servicios públicos urbanos de transporte están recuperando su dignidad y disminuyeron notablemente los problemas de congestión. Se avanza en el desarrollo del transporte en trenes de carga, articulando transversalmente las actividades económicas regionales. Desde el 2010 se puede circular entre Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Mar del Plata en trenes de alta velocidad. Para los próximos 5 años, el servicio se extenderá desde Buenos Aires hasta Bragado y Pergamino.
  • El cumplimiento de los planes de inversión en energía permitió superar los sobresaltos sufridos en el 2007. La infraestructura energética ha incorporado un 5% de biocombustibles. El paisaje de los campos ha cambiado con la energía eólica.

    Las inversiones en energía nuclear e hídrica han crecido, completando una oferta energética consistente en calidad y disponibilidad al proceso de desarrollo. Se están desplegando programas exitosos de uso racional de la energía que han permitido reducir la relación insumo de energía/PBI.
  • La inversión en infraestructura y la capacitación permitieron facilitar la dinámica del trabajador deslocalizado. Las empresas tienden a radicarse en el Interior. El conurbano comenzó a descongestionarse.

    Se está construyendo un auténtico federalismo con una estructura productiva que tiende a equilibrar y ocupar el territorio. La inversión en vivienda, salud y educación en el Interior facilitó este proceso migratorio. Los espacios rurales son elegidos para su desarrollo por numerosas familias, por la mejor calidad de vida y acceso a servicios.
 Los consensos necesarios
Este país que imaginamos surge de la reflexión sobre nuestra historia y la realidad posible que queremos. Se trata de cerrar, de una buena vez, la brecha entre el formidable potencial de la Argentina y un desarrollo económico insuficiente y asimétrico, signado por la pobreza, la desigualdad y la inseguridad.
Es preciso generar un consenso sobre estas cuestiones porque el campo y la industria han mantenido relaciones conflictivas en el transcurso de la historia argentina. En la segunda mitad del siglo XIX, el país se integró al mercado mundial como gran productor y exportador de productos agropecuarios. Pero nunca se logró consensuar coincidencias de largo plazo sobre la estrategia de desarrollo del país.
Hoy hemos adquirido suficiente experiencia para saber que no existe una Argentina viable sin campo o sin industria y que ambos sectores integrados y, a su vez, involucrando un gran número de servicios, son el sustento de un país próspero, confiado en sí mismo, respetuoso de la seguridad jurídica y los contratos, abierto al mundo, capaz de decidir su propio destino en el orden global y, por esto mismo, apto para crear riqueza y distribuirla con equidad.
Ahora sabemos que Argentina es demasiado grande para sustentarse en un solo sector y que la industria y el campo cuentan con los recursos humanos, el talento y los medios necesarios para ser protagonistas decisivos del crecimiento del país. Se debe superar el falso dilema campo-industria y profundizar lo que ya caracteriza a la Argentina como un país de una base productiva diversificada, compleja, flexible e integrada.
Es urgente el debate público sobre estas cuestiones y generar un proceso colectivo creativo. Es preciso hacer foco en el futuro, en las coincidencias. El gobierno y todo el sistema de liderazgo civil deben generar consensos básicos, diseñar un modelo equilibrado entre la creación de riqueza y su distribución equitativa.
Las políticas públicas con sus normas impositivas, crediticias, de fomento y de inversión, deben establecer las reglas de largo plazo y generar escenarios previsibles para el despliegue de la creatividad de nuestro pueblo. Este consenso incluye el fortalecimiento de los derechos ciudadanos, con plena inclusión a través de un trabajo digno, calificado y formal.
Los chicos de la calle deben ser la triste anécdota del pasado, la juventud debe recuperar los valores del trabajo y el conocimiento y las personas de la tercera edad deben contar con una base mínima solidaria de ingresos del sistema de protección social.
En materia de desarrollo, es preciso tomar nota de las demandas del mercado mundial, que las empresas argentinas se proyecten al exterior e integren grandes cadenas globales, abrir espacios de rentabilidad en todo el campo, toda la industria y todas las regiones para que las empresas argentinas sean competitivas sobre la base del aumento de su productividad, fundada en las innovaciones.
El Estado debe impulsar el proceso, promoviendo la creación de nuevas empresas y transformando a las pymes en dinámicas empresas nacionales. Existe un mejor país posible, logrado como resultado de una construcción colectiva, pluralista y democrática, dinámica, cambiante, siempre desafiante, con plena vigencia de los derechos humanos y, a su vez, con un fortalecimiento institucional y republicano.
Es la única forma de estar mejor, más tranquilos, más felices en este mundo turbulento.