26 de diciembre de 2008

Volver a crecer

Luego de veintiséis trimestres consecutivos de crecimiento a tasas altas, la economía argentina comenzó a mostrar signos de desaceleración a partir del último mes de septiembre. Algunos indicadores muestran que durante los meses de octubre y noviembre el nivel de crecimiento sería aún menor.

Por ejemplo, los recursos de la administración nacional ligados a la evolución de la actividad muestran en noviembre un crecimiento nominal del 15 por ciento cuando acumulan en el año una expansión del 25 por ciento.

Parte por los efectos de la crisis internacional y parte por las auto-profecías locales de recesión, estanflación o crisis, la economía argentina se está desacelerando.

La crisis internacional -de la cual todavía vimos muy poco- tendrá sus efectos sobre la economía real por el lado del comercio exterior: básicamente, contracción de las exportaciones -fundamentalmente por precio, pero posiblemente también por volumen- y aumento de las importaciones de bienes industriales a menores precios, dado el exceso de oferta mundial.

Hace más de un año y medio se planteó desde esta publicación que la crisis internacional impactaría sólo por el lado real, ya que la economía argentina se encontraba desconectada del canal financiero. Lo que no se tuvo en cuenta, entonces, fue la influencia de los medios de comunicación en vastos sectores de la sociedad, que han anticipado la crisis en el país, a través de la postergación de decisiones de consumo, como si se tratara de consumidores de los países centrales.

A nivel local, las expectativas pesimistas difundidas por los grandes medios de comunicación – en sintonía con las expresiones de la Asociación Empresaria Argentina- provocan la contracción de la demanda efectiva. Las grandes empresas postergan sus decisiones de inversión, los trabajadores reducen consumo y el denso entramado de empresas PyMEs son afectadas, sin capacidad de auto-organizarse frente a la debilidad de sus asociaciones representativas.

Ante este escenario, se discute qué debería hacerse desde la política económica para revertir las tendencias de estos últimos meses.

En principio, es necesario resaltar que históricamente o, por lo menos, en las recesiones de los últimos treinta años, cada vez que la economía se desaceleró, cayó la recaudación, etc., desde el ministerio de Economía se ejecutaron planes de contracción del gasto público, generalmente acompañado de suba de impuestos.

En esta oportunidad, la dirección, el gradiente de las medidas es diferente a lo que se hizo siempre. Se podría decir que es la primera vez -en más de tres décadas- que desde el Estado se ejecutan políticas contracíclicas cuando se contrae el nivel de actividad: se pretende expandir la inversión pública y reducir impuestos en forma selectiva en sectores de consumo medio alto y en ciertos cultivos agrícolas prioritarios para la alimentación. Es destacable la intención de alcanzar récords históricos de inversión pública sobre PBI del 5,5 por ciento, algo que es cuestionado desde las centrales empresarias.

La primera nota de la presente edición analiza en detalle las medidas tomadas por el Gobierno Nacional para amortiguar los efectos de la crisis externa.

Sin embargo, también es necesario plantear que las medidas anunciadas hasta el cierre de esta revista, no son suficientes para atacar de lleno tres aspectos importantes para revertir la tendencia declinante de la economía:

· En primer lugar, el incremento de la demanda efectiva mediante transferencias de recursos hacia los sectores de la población que gastan todo su ingreso en bienes con alto contenido nacional. Mientras la obra pública tarda, cuanto menos, un año en llegar a la calle, el aumento de ingresos a sectores con alta propensión a consumir (desocupados, sectores con ingresos inferiores a la canasta familiar y jubilados) se traduce automáticamente en aumento de la demanda efectiva. Todo esto, además, generaría una mejora en la distribución del ingreso.

· En segundo lugar, una política cambiaria que compense la caída de los precios de los principales productos que compiten con los de origen nacional y las devaluaciones que han experimentado los principales países de la región. Un tipo de cambio alto es imprescindible para no revertir los incipientes procesos sustitutivos de importaciones y el empleo. En un contexto de desaceleración de los precios y de la actividad, adquiere menos peso el dilema entre dólar alto e inflación, en términos de política económica.

· En tercer lugar -y en forma complementaria a lo anterior- una política de protección a la industria, a partir de la profundización y generalización de regímenes sectoriales como el automotriz hacia nuevos sectores. Esto, además de evitar el ingreso de bienes importados que amenacen el empleo industrial, permitiría aprovechar la oportunidad que brinda esta crisis en ciernes para superar los límites de una inserción de la región como mercado interno ampliado para producciones con escaso valor agregado local por parte de las empresas multinacionales. Solo así el proceso sustitutivo de importaciones será acompañado por la superación de la dependencia.

No se han visto, por el momento, medidas ni orientaciones generales que apunten a resolver estos tres aspectos centrales para el desempeño futuro del modelo y su profundización, más allá de las políticas macroeconómicas de tipo de cambio. Las medidas anunciadas -si bien significan un avance respecto a las recomendaciones liberales- apuntan a mejorar los ingresos de sectores medios altos, propensos a consumir bienes con elevado contenido importado, resolviendo así los problemas de caja de las empresas multinacionales, con fuertes dificultades en sus casas matrices.

La capacidad de aprovechar al máximo los efectos multiplicadores de las medidas sobre la demanda interna y el superávit externo es clave para explicar lo que sucederá en el futuro con la actividad económica. Se corre el riesgo de desperdiciar las bienvenidas herramientas keynesianas si no se apunta a las dos causas fundamentales de fugas: el patrón de consumo extranjerizado de los sectores medios acomodados y el bajo componente nacional de las producciones de las empresas multinacionales de bienes de consumo durable.

Con la vuelta al sistema de reparto, la economía ha recuperado buena parte del financiamiento necesario para compensar la caída en la demanda efectiva. Sin embargo, si el Gobierno piensa cumplir sus compromisos financieros, tendrá problemas de transferencia doméstica si no sostiene los niveles de superávit externo de estos años. En este sentido, también resultan clave la política cambiaria y la protección a la industria.

A propósito de este tema, en el presente número también se desarrolla la segunda parte de la nota sobre el régimen previsional. Tras haber analizado de manera pormenorizada, en la edición anterior, las consecuencias de los quince años del régimen de capitalización, se abordan ahora algunos puntos que resultan claves para repensar el sistema previsional en esta nueva etapa: cuál es la mejor alternativa para asignar los fondos que administraban las AFJP, qué elementos pueden afectar la sustentabilidad y cobertura del sistema de reparto y, sobre todo, cuáles son los desafíos para la seguridad social.
 
Por CIEPYC

28 de noviembre de 2008

La vuelta al sistema estatal de reparto

La vuelta al sistema estatal de reparto de todas las jubilaciones es la primera reforma estructural del kirchnerismo, desde que gobierna el país. Pero no es sólo eso: se constituye también en la herramienta por la cual el gobierno parece recuperar la iniciativa, tras la crisis política desatada a raíz del conflicto por los derechos de exportación móviles y en medio de una crisis financiera internacional fenomenal.

La decisión sorprendió porque el gobierno venía de unos meses erráticos, envuelto en una agenda que no le era propia. Daba la sensación de que el conflicto con el campo había culminado en un golpe sin golpe. Muchos de quienes todavía creemos que el proceso iniciado el 25 de mayo de 2003 era un auspicioso punto de partida para instaurar un esquema de desarrollo auto-centrado evaluamos que el proceso destituyente lo había condicionado severamente.

Y lo que se podía ver era que el gobierno reflejaba la nueva correlación de fuerzas post-crisis del campo con un conjunto de medidas que respondían a los intereses de los sectores financieros : declaración de cancelación al contado de la deuda con el Club de París, reuniones patéticas con banqueros, que no tenían manera de saber -en el preciso momento en que se produjo la reunión en Buenos Aires para renegociar la deuda de los holdouts - si sus bancos de inversión seguían existiendo, si ya habían pasado a manos de otro banco, o del Estado, y si seguían manteniendo sus empleo. La ridiculez de esas reuniones fue el reflejo del desacierto de intentar volver a ser un “país emergente” en el medio del colapso de las formas de financiamiento del sistema financiero internacional.

Si embargo, el gobierno se desenvolvió de esa agenda, a partir de las evidencias que generaba la mayor crisis financiera de la historia del capitalismo - y reencausó el problema estructural de la seguridad social en la Argentina. Sin embargo, el colapso de las formas privadas de financiamiento en los países del Norte no se tradujo mecánicamente en el reemplazo del marco conceptual, y la emergencia de una nueva convención de política económica. El discurso keynesiano y la rehabilitación de la centralidad del Estado en la coordinación de la economía tarda de trasladarse de las necesidades de política pública al campo de las ideas, aún dominado por la convención del mercado auto-regulador.

A la lentitud del avance en el campo de las ideas, se suma en la Argentina la histórica permeabilidad de los sectores medios al discurso simple y efectivo de los grandes medios de comunicación y de la oposición. Esto explica, hoy en día, la dificultad de argumentar a favor de una propuesta como la eliminación de las AFJP, aún en ámbitos donde los intereses objetivos se corresponden con un régimen basado en la solidaridad intergeneracional. Los planteos de que “responde a una necesidad de caja”, que estamos frente a un “saqueo”, de que “se hace para robar”, de que “es improvisado”, entre otros, se deshacen al realizar un análisis serio sobre el tema, incluso si se considerara a todos los funcionarios del gobierno como ladrones.

No es posible lógicamente plantear la tesis del “Estado depredador” con independencia del modo de acumulación. El régimen de valorización financiera va más allá de las prebendas que el capital utiliza para instrumentar la transversión de los dirigentes políticos (simbolizados superficialmente por las coimas del menemismo o los tapados de piel de María Julia, pero que se generalizó en forma mucho más sutil a los cuadros intelectuales y técnicos, incluyendo importantes pagos por consultorías de organismos internacionales durante la pasada década). Aún considerando la importancia de estas “compensaciones”, el objetivo de las políticas de los noventa no era financiar el consumo suntuario de los dirigentes y generar una frondosa casta de intelectuales orgánicos y periodistas del establishment. La transversión de los dirigentes e intelectuales era simplemente un medio. El fin era convertir a la Argentina -como al resto de los países periféricos - en un país emergente, que pospusiera eternamente un régimen basado en el endeudamiento mediante la generación de nuevos negocios para el capital financiero.

Sería imposible para el entendimiento suponer que fue casual la proliferación de gobiernos y funcionarios corruptos - todos a la vez- en la gran mayoría de los países periféricos del mundo. Cuestión que nuestra mediatizada clase media parece no poder dimensionar.

Intentando ir más allá de la superficie, la vuelta al sistema estatal de reparto apunta a la resolución de cuestiones fundamentales para una sociedad, independientemente de que algunos funcionarios puedan hacer una utilización personal de una parte de los fondos que vuelven al Estado. Lo que quedará es la resolución de un problema estructural básico de la sociedad, evitando la evaporación de los ahorros de los jubilados hoy colocada en activos financieros y la instauración de un régimen que se sustente en la mejora de los niveles y remuneraciones de empleo a partir de su reinyección como fuente de demanda efectiva.

Precisamente por la trascendencia del tema en cuestión, la primera de las notas de la presente edición de Entrelíneas realiza un análisis pormenorizado de las consecuencias que dejaron los catorce años de AFJP y los efectos para la sociedad de volver al esquema estatal de reparto de forma plena.

La segunda nota analiza cómo las autoridades están respondiendo a los efectos de este cambio estructural y a la crisis internacional en el plano monetario y financiero. Respuesta que combina medidas heterodoxas de control selectivo a la fuga de capitales con medidas ortodoxas basadas en subas desproporcionadas de tasas de interés.

Se sostiene que estas medidas obedecen a una cuestión transitoria más que permanente. De hecho, los bancos privados en los días de mayor demanda de dólares pagaban más tasa por los plazos fijos cortos que por los largos, lo cual induce a suponer que ven como una cuestión temporal la caída de depósitos. Si pensaran en un escenario de licuación de deudas, por devaluación por ejemplo, propiciarían los depósitos a largo plazo. Estos últimos fueron los únicos que cayeron, entre los plazos fijos, durante el mes de octubre.

A su vez se plantea que la autoridad monetaria en la Argentina tiene a su disposición todas las herramientas de política monetaria, lo cual es quizá el principal beneficio de no estar directamente afectados por la crisis financiera internacional.

La política monetaria en los países centrales ha demostrado ser poco efectiva frente a la entrada en recesión de Estados Unidos, Europa y Japón. Tardíamente las autoridades de estos países comienzan a plantear alternativas incipientes y muy acotadas de paliar la caída en la demanda efectiva que produce la actual crisis. En este sentido, la principal apuesta parece ser una política fiscal expansiva.

La Argentina se encuentra en buenas condiciones para avanzar en esta dirección. Aunque no parece reflejarse en las acciones de gobierno y en las actitudes de una oposición autista frente al nuevo escenario.

Esa es la próxima gran batalla, que dependerá de la velocidad con que el gobierno entienda que es necesario impulsar el gasto público, manteniendo el superávit externo mediante un mayor grado de protección de la economía. También es imprescindible que las dirigencias empresariales comprendan que durante los próximos años no habrá otro espacio de valorización de sus capitales que el nacional y regional. Cuestiones que por el momento el gobierno solo ataca discursivamente, mientras la oposición sigue enfrascada en el carácter depredador del Estado.

Si bien es prematuro evaluar los posibles efectos del reciente paquete de medidas lanzado por el Gobierno, resulta claro que avanza en la dirección de promover mayor actividad económica y garantizar un piso para el desempleo. Estamos bastante curados de espanto con las inauguraciones de maquetas y mega anuncios de inversiones que nunca se convierten en infraestructura pública concreta De la capacidad del gobierno de convertir sus anuncios en obras, en tiempo y forma depende en parte la capacidad de respuesta del modelo instaurado en el 2003 al nuevo escenario. En este momento del ciclo, resulta imprescindible que esos 71 mil millones de pesos que se volcarían a la obra pública sean una realidad. La complementación de estas medidas con tipos de cambios diferenciales y política industrial orientada a seleccionar sectores generadores y difusores de progreso técnico es clave para mantener los niveles de actividad y realizar el necesario cambio estructural. Frente a la crisis financiera internacional, los términos de intercambio están lejos de favorecer a una especialización basada productos agroindustriales (si es que alguna vez la favorecieron).

Por último, seguimos analizando los efectos de la crisis financiera internacional. En esta oportunidad se intenta observar los posibles canales de transmisión de la crisis por el lado real, analizando las relaciones comerciales de Estados Unidos con el mundo. La tercera nota de esta revista avanza sobre este aspecto.
 
Por CIEPYC

28 de octubre de 2008

La jubilación no puede ni debe ser un negocio

Parte del artículo periodístico publicado por la presidenta Cristina Fernández en el diario La Capital de MDP
28 de octubre de 2008


El trabajo y la producción no son sólo un fenómeno económico, sino también una cuestión cultural.
"El balneario de todos y cualquiera", así la describió alguna vez Joaquín Sabina. Lo cierto es que la historia de Mar del Plata tiene un singular paralelismo con la historia nacional.
Nació como un lugar de veraneo para la elite conservadora de fines del siglo XIX. Sin embargo, en 1920 fue la primera comuna en elegir a un socialista como intendente en la Argentina.
Con la irrupción del peronismo, los trabajadores cambiaron considerablemente su nivel de vida. Alcanzaron mejores salarios, salud, educación y jubilación. Y, además, las playas de Mar del Plata.
Desde aquella época, transmite una rebeldía igualitaria que resiste privilegios. Pero para que Mar de Plata sea el balneario o la ciudad de todos, tiene que haber un Estado promotor que busque garantizar la igualdad de oportunidades de todos sus ciudadanos.
Lo mismo pasa con el tema de las jubilaciones. Actualmente el 77 por ciento de los 450 mil jubilados que cobran a través de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP) estaría percibiendo un haber inferior al mínimo de 690 pesos.
Si eso no ocurre, es porque desde el Gobierno nacional se destinan anualmente 4 mil millones de pesos para que nadie esté por debajo de la jubilación mínima.
De seguir así, el año que viene los aportes estatales crecerían a 4400 millones y en cinco años totalizarían 25000 millones de pesos.
Por cada 40 mil pesos acumulados en una AFJP se reciben sólo 220 pesos de jubilación, el resto lo paga el Estado.
En cambio, una persona que gana 462 pesos de jubilación en una AFJP estaría obteniendo 1033 pesos en el sistema solidario de reparto.
Y, para agregar tan sólo un dato más, debido a la crisis de los mercados, quienes cobran por el sistema privado en 2008 estarán recibiendo hasta un 17 por ciento menos que el año pasado.
"Un cambio estructural y estratégico"
La semana pasada se tomó una decisión que significa un verdadero cambio estructural y estratégico del sistema previsional. Pero esta decisión se tomó fundamentalmente, en defensa de nuestros jubilados y pensionados.
Desde el sector público se decidió auxiliar al sector privado para recuperar el valor de la solidaridad del sistema de reparto. Los recursos de nuestros jubilados no son ni pueden ser fuente de especulación. La jubilación no puede ni debe ser un negocio.
Trece aumentos consecutivos se dieron en los últimos cinco años. Se incorporaron un millón y medio de personas que estaban afuera de todo sistema de jubilación. Y se consagró legislativamente, por primera vez, la movilidad jubilatoria para que los aumentos sean automáticos y no dependan del Presidente o Presidenta de turno.
Se habla de administración eficiente de los recursos. Las AFJP han sido ineficientes y además ineficaces. Gastan casi el 10 por ciento de los recursos de sus aportantes sólo en administración. La Anses, en cambio, gasta el 2,5 por ciento
El sistema privado "invirtió" 3742 millones de pesos en mercados a futuro. Esos mercados que hoy tienen en vilo a la economía mundial.
Esta decisión se tomó a pesar de que el reglamento de nuestro sistema previsional prohíbe expresamente que los recursos de nuestros jubilados o pensionados puedan ser timbeados en la especulación financiera.
Hubo un sistema que se desmoronó estrepitosamente. Y, una vez más, el Estado es convocado para hacer frente a las políticas de saqueo.
"Nosotros protegemos a nuestros jubilados"
Sin embargo, resulta por lo menos paradójico que los analistas locales midan con distinta vara la intervención estatal en el mundo desarrollado que la intervención estatal en la Argentina.
Cuando los Estados norteamericano, francés o alemán estatizan bancos, aseguradoras o deudas privadas se los denomina rescates'. En cambio, en nuestro país es estatismo nostálgico'. Son pocos los intereses, pero grandes los dividendos.
Claro que hay diferencias. Mientras los grandes Estados del mundo adoptan una política estatista para la protección de grandes bancos y corporaciones económicas, nosotros protegemos a nuestros jubilados y nuestros trabajadores.
Un país no se construye únicamente con grandes planes y grandes anuncios. Se construye trabajando todos los días. Se gestiona minuto a minuto. Y sus resultados se verifican cuando se mejora la calidad de vida de personas de carne y hueso.

16 de septiembre de 2008

Acto en el Colegio Nacional de La Plata

Palabras de la Presidenta en el Colegio Nacional  a 32 años de "La noche de los lápices"
Buenos días a todos y a todas; señor Gobernador de la provincia; señor Intendente; querido Gustavo, Rector de este querido Colegio Nacional; amigos y amigas; viejos compañeros y viejas compañeras: quiero decirles una obviedad, hoy es un día de mucha emoción y de muchos recuerdos. La última vez que estuve aquí en el Colegio Nacional fue en el año `74; Gisel, mi hermana, no llegaba, ella venía de mañana al colegio, eran las 3, las 4 y mi papá empezó a preguntar ¿dónde está tu hermana? No sé, yo sabía dónde estaba, había una toma acá en el colegio ese día, eran años muy difíciles, años de mucha lucha. Finalmente escuchó por la radio que el colegio estaba tomado y dijo: "tu hermana está ahí, yo la voy a buscar". Yo dije: "no, es un papelón que este hombre caiga en medio de la toma del Colegio a buscarla a mi hermana", así que me subí con él al auto y vine acá. Me acuerdo que estaba la policía montada afuera, entré por el costado caminando y me acerqué acá al viejo portón. Ya había terminado la toma y mi hermana se había ido a casa hacía unos instantes, pero me acuerdo que fue la última vez que traspuse ese portón y que vine acá. Realmente han pasado muchas cosas, todas las que contó Gustavo; recuerdo todavía a Claudio cuando venía a casa; lo volví a encontrar muy lejos de acá, su nombre en un bosque de la memoria cerca de Jerusalén; allí me enteré que su madre era judía y que por eso figuraba y lo recordaban también en ese parque de la memoria; muchas cosas, señales, coincidencias.
Vengo recién de otro lugar también emblemático aquí en La Plata, el Hospital de Niños y justo ahí me encontré con la hermana de crianza de Joaquín, el compañero de Adela Segarra, otra alumna de esta casa. No sé si estará Adela por ahí, si habrá venido. ¡Hola Adela cómo estás! Me encontré con Nené, una hermana de crianza de Joaquín que estaba en el Hospital de Niños. Nada que ver pero todo que ver. Es como que todo los pedazos vuelven a juntarse unos con los otros y podemos volver a construir un país, sueños e ilusiones.
La reconstrucción de este colegio, no es una obra arquitectónica, no es la reparación de un monumento histórico construido hace 100 años. Es algo más, es la reparación de nuestra propia memoria, de nuestros propios recuerdos por los que no están, en esta noche también aniversario de la Noche de los Lápices. Pero no es un día de tristeza, no tiene que ser de tristeza, al contrario, tiene que ser de alegría, porque en aquellas épocas duras, de enfrentamientos, había también alegría; alegría porque se quería cambiar un mundo y una sociedad a la que vivíamos como injusta.
Por eso digo que esta obra que estamos inaugurando hoy es la reparación de esos sueños. Y nos encuentra en un momento muy particular de nuestro país y del continente.
Hoy Gustavo recordaba que estuve ayer en Santiago de Chile, en La Moneda. Ayer pude asistir también allí, nos mostraba la presidenta Bachellet cómo reconstruyeron el escritorio íntegro de Salvador Allende y el sillón en el que él murió. (APLAUSOS). Me acordé en ese instante de otro 11 de septiembre aquí en La Plata, 11 de septiembre de 1973, te tenés que acordar Emilse vos también, fue una de las movilizaciones más grandes que se hizo al otro día, el 12, en repudio al golpe militar.
Entonces uno va juntando memoria, va juntando recuerdos, va juntando experiencia y junto a esas experiencia viene lo que planteaba recién Gustavo, la actitud positiva y diferente de construcción, de una construcción que hoy nos permite decir con orgullo que vamos a destinar a la educación por la que siempre peleamos, con la que siempre soñamos y con la que nos hicieron de la manera que nosotros somos, poder destinar la mayor cifra que nunca se destinó en toda la historia de la República Argentina a nuestras universidades, a nuestros colegios, a los sueldos de nuestros educadores universitarios. (APLAUSOS)
Y junto al trabajo recuperamos la educación; la educación y el trabajo que son los dos instrumentos por los cuales una sociedad cambia, por los cuales una sociedad crece.
Hoy también es otro aniversario, tal vez para algunos un poco más de un sector, 16 de septiembre de 1955, hace 53 años del derrocamiento. Son cosas que todavía muchas veces separan, pero yo me quedo con el discurso que una vez pronunció Estela de Carlotto en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno cuando se recordó otro 16 de septiembre. Ella contó que era antiperonista en septiembre de aquel `55, que como tantos otros argentinos ese día estuvo contenta, y que cuando pasó el tiempo se dio cuenta que se había equivocado, porque se piense como se piense y se esté en el lugar que se esté nunca se puede celebrar cuando cae un gobierno democrático, elegido por el pueblo, aunque ese gobierno no sea el nuestro, el que hayamos votado, aunque no nos guste. (Aplausos)
Por eso me atrevo a juntar todo en esta mañana, el 16 de septiembre de los chicos de La Noche de los Lápices, el 16 de septiembre de aquel peronismo, y tal vez, aunque no todos lo veamos, haya un hilo conductor entre todo eso, porque cuando en las sociedades no se respeta libremente la expresión de los otros, cuando se cree que solamente por tener una posición económica o una posición de elite hay que predominar o dominar al conjunto, creo que es ahí cuando las sociedades comienzan a equivocarse, cuando pierden sus formas democráticas. Democracia no es solamente votar cada dos o cuatro años, democracia es fundamentalmente aceptar al otro con las diferencias, con los errores y con los aciertos.
Por eso este 16 de septiembre es un 16 de septiembre diferente, de optimismo, de alegría, de recuperación, de construcción, porque además estoy absolutamente segura de que ellos querrían tener también un país como el que hoy empezamos a construir entre todos. Por esas cosas, por el acceso a la educación, por la movilidad social, porque la educación sea un derecho para todos y el trabajo también, es por lo que luchábamos, y creo que siempre seguiremos luchando.
Hoy quiero agradecer a Gustavo, el Rector del Colegio Nacional, por ese empecinamiento, esa perseverancia en la recuperación de este colegio que es emblemático para los platenses y para los argentinos, para todos aquellos que concebimos a la educación, a la excelencia, como un objetivo a lograr por todos.
Yo quiero convocarlos a todos en este día de fuerte connotación nacional, local y hoy regional, con las cosas que pasan en la región, a unirnos muy fuerte para defender principios de libertad, principios de democracia, principios de educación, de trabajo, de construcción, por la positiva, por vivir para adelante, por eludir el agravio y la descalificación. En todo caso confrontar ideas y argumentos, pero nunca más confrontar insultos, agravios o descalificaciones, porque el mejor homenaje que les podemos hacer a esos jóvenes que hoy estas aulas llevan sus nombres, es eso, la lucha con la idea y con el argumento, fundamentalmente con las ideas, nunca más con el agravio o el enfrentamiento.
Creo argentinos que estamos en un momento de profunda introspección de nosotros mismos, viendo cómo ese mundo, ese primer mundo que nos habían pintado en algún momento como la meca a la que debíamos llegar, se derrumba como una burbuja. Y aquí nosotros, modestos y humildes los argentinos, con nuestro proyecto nacional, con nuestro construir con nuestros propios esfuerzos, con la acumulación de nuestras reservas, con la construcción de un modelo industrial, de acumulación de trabajo, de educación, aquí estamos, en medio de la marejada, firmes, como este colegio, reconstruidos y dispuestos a seguir enfrentando como siempre el presente y el futuro.
Muchas gracias a todos ustedes por haber esperado tanto tiempo y gracias a los alumnos, a los padres, a los compañeros, a las madres, a las abuelas, a todos los que siguen creyendo que la Argentina es nuestra casa y nuestra mejor casa.

29 de julio de 2008

“Un pueblo que se dedica a un solo cultivo se suicida”

Marie-Monique Robin, autora del best seller El mundo segun Monsanto que llegara en diciembre a la Argentina. El ensayo periodístico más leído de los últimos meses en Francia esta dedicado en gran parte a la Argentina.
http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-108599-2008-07-28.html

29 de junio de 2008

Non sancto

Por Alicia Dujovne Ortiz

En el centro del negocio mundial de la soja y los pesticidas –que van de la mano– hay una multinacional norteamericana especializada en alta toxicidad. Una serie de investigadores denuncia a Monsanto por el sistema con que opera, que deja un tendal de monocultivo, deformaciones genéticas y enfermedades, y que quiere hasta patentar a los chanchos.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-106919-2008-06-29.html

24 de junio de 2008

Inflación en alimentos en América Latina


En el mes de abril, el FMI y el Banco Mundial se reunieron para tratar el tema de la crisis crediticia en Washington pero trasladaron el eje de la discusión para llamar la atención sobre la ahora llamada crisis alimentaria mundial, preocupados por una oleada de disturbios que obligó a muchos países a tomar medidas comerciales tendientes a contener los efectos domésticos de la “agflación”.

“Agflación” es la denominación que se le dio a la escalada de precios de las materias primas agrícolas como el maíz, trigo y soja y su efecto en el nivel general de precios. El aumento de los precios mundiales de los alimentos amenaza con propagar el hambre y genera tensiones sociales en una escala aún impredecible.

Los precios de los alimentos básicos subieron un 83% en los últimos tres años, en promedio, con alzas en los casos del arroz, el trigo y el maíz muy superiores. El precio internacional del arroz elevó su precio un 81% en los primeros cinco meses del año respecto de igual periodo de 2007, alcanzando los 848 dólares la tonelada. El precio de exportación del trigo fue récord en marzo cuando el trigo de EEUU promedió 480 dólares la tonelada. En abril descendió, pero aún así se encuentra 126% por encima del valor de los primero cinco meses del año pasado. El precio del maíz continúa creciendo y promedia 46% por encima que un año atrás.

Hacia el año 2006 la mayoría de los países de América Latina tenían controlada la inflación, pero el aumento en el precio de los commodities agroalimentarios y de la energía (por el elevado precio del petróleo) ha presionado a la suba en el índice general de precios, acelerando de manera sorprendente el nivel de inflación en buena parte de la región.

En todos los países analizados hay una clara tendencia ascendente en el índice de precios general y de los alimentos y, particularmente, todos muestran una substancial aceleración a fines del año 2007 y principios del 2008, momento en el cual comenzó a expandirse fuertemente la especulación financiera hacia los sectores que elaboran productos primarios y también coincide con el fuerte crecimiento de la demanda de alimentos para la fabricación de biocombustibles, siendo esta última la fuente más grande de “nueva demanda” para los productos del agro en décadas.

La mayoría de los países de América Latina evidencian aumentos en las tasas de inflación. En promedio pasaron de un nivel anual de 3,5% en el 2006, a tasas anuales que oscilaron entre el 6% y 7% para el 2007.

El nivel promedio de inflación en los alimentos en los países bajo análisis fue de 5,4% durante el año 2006, mientras que para el año 2007 el mismo índice mostró una variación del orden del 11,6%, mostrando un aumento mayor al doble del registrado un año antes. A todo esto, los países con mayor inflación alimenticia durante el año 2007 fueron Costa Rica (21%), Bolivia (19,8%), Uruguay (18,1%), Chile (15,2%) y Brasil (11,9%), seguidos por Paraguay (9,1%), Colombia (8,5%), México (7,5%), Perú (6%) y Ecuador (5,7%).

Claramente los precios de los alimentos están creciendo muchos más rápido que lo que refleja el nivel general. Lo anterior nos induce a pensar que el actual proceso de aceleración de la inflación que están viviendo los países de América Latina es causado, en mayor medida, por el fuerte aumento en el precio de los alimentos empujado, a su vez, por el incremento de los precios internacionales de las materias primas agrícolas.

Al ver la tasa de inflación anual en los diferentes países tanto para 2006, como para 2007 y el primer cuatrimestre de 2008, salvo Paraguay (el cual tuvo un fuerte proceso inflacionario durante el 2006) el resto de los países aumentaron (y algunos casi duplicaron) su nivel de inflación durante el 2007 en relación al nivel alcanzado en 2006.

También puede apreciarse que en países como México, Brasil, Colombia, Bolivia y Perú, en nivel de inflación durante el primer trimestre de 2008 casi representa la mitad del nivel obtenido durante 2007, lo que deja pensar que si continúa esa tendencia, la inflación durante 2008 será mayor que la del 2007.

Parte del problema de la inflación que llega a la Argentina es mundial, es urgente, y avanza rápido también sobre las economías de los restantes países de América Latina, sean estos exportadores o importadores de productos alimenticios y pone en tensión a sus sociedades.

Escépticos frente a las medidas que se puedan esperar desde las instituciones supranacionales como las Naciones Unidas para garantizar la soberanía alimentaria de los pueblos, sólo resta la cooperación entre las naciones y políticas domésticas como la seguida mediante las retenciones y límites a las exportaciones que son dos de las pocas herramientas que el Estado tiene a mano hoy para resistir el doble acecho de las rentas extraordinarias y las presiones del mercado mundial.

Por Julián Barberis y Rafael A. Selva
Versión completa en http://www.ciepyc.unlp.edu.ar/htmls/newsletter/revista11/Ciepyc_n11_nota2.pdf

3 de junio de 2008

Desempeño económico y precios internacionales

El contexto internacional favorable es el argumento favorito de los economistas liberales para justificar el crecimiento de la economía argentina, sosteniendo que la región está evidenciando el mismo fenómeno. Sin embargo, cuando se analizan los datos de la región, se desprenden conclusiones son muy diferentes: nuestro país no ha sido de los más beneficiados por los precios internacionales, pero muestra un desempeño económico superlativo, desde cualquier indicador que se analice.

Esa es la conclusión a la cual arribamos en la edición número 10 de Entrelíneas de la Política Económica[1]. Partiendo de las mejoras de los términos de intercambio, como representativa del denominado efecto viento de cola, repasamos el desempeño económico de los países de la región (Mercosur más Chile y Bolivia), durante el período 2004-2007, para que la economía argentina no corra con la ventaja del extraordinario crecimiento que tuvo en los dos primeros años desde la crisis de 2001-2002.

El crecimiento de los términos de intercambio en el corto plazo fue dispar entre los países de la región y dependió de las diferentes especializaciones en la inserción internacional. Por ejemplo, los términos de intercambio de Chile (cobre) experimentaron un fuerte crecimiento del 50,7% (tres veces más que el promedio de América Latina) y en Bolivia (gas) un crecimiento de casi el 30%.

En el caso argentino, puede apreciarse una leve mejora del 7,5%, menos de la mitad del incremento promedio de toda la región. Esto corrobora que los precios de los productos agrarios (de mayor influencia en nuestras exportaciones) evidenciaron un crecimiento más moderado que los productos vinculados a la energía y los metales.

A pesar de este moderado crecimiento, Argentina presenta un incremento del PBI de casi 30%, casi el doble que Chile, Bolivia y Paraguay y más del doble que Brasil. El espectacular crecimiento muestra a las claras que el contexto internacional no es excluyente para explicar el crecimiento local y que existen factores intrínsecos al modelo que generan tal comportamiento; de lo contrario, Chile, Bolivia y Brasil hubieran captado un crecimiento del PBI mucho más alto que el evidenciado en Argentina.

Por el lado de la inversión, Argentina invierte el 24,3% del PBI, una cifra inédita para la economía argentina y para cualquiera de los demás países. Asimismo, el comportamiento en el corto plazo muestra que si bien todos los países incrementaron los niveles de inversión en términos del producto, en Argentina ese incremento quintuplicó el crecimiento evidenciado en Chile y Brasil, que tan sólo incrementaron la inversión en 1,3 y 1,5 puntos del PBI respectivamente.

En cuanto al mercado de trabajo las conclusiones son similares. Todos los países de la región evidenciaron crecimiento del empleo y reducciones en los niveles de desempleo abierto merced al crecimiento de la economía. Sin embargo, Argentina es el país de la región que más bajó la tasa de desocupación en los últimos tres años y el que mayor cantidad de empleos generó en el mismo período.

En términos de la diversificación de bienes exportables, Argentina logra un muy leve incremento en la participación de MOI en el total exportado (casi 3 puntos porcentuales) mientras que el resto de las economías, por el contrario, han profundizado la estructura tendiente a su especialización histórica de bienes primarios, a excepción de Paraguay. Esto constituye un doble mérito por parte del desempeño exportador argentino, principalmente porque los precios de los productos industriales han evidenciado en el período una desvalorización (caída de precios), lo que implica que la performance exportadora se vio fortalecida por incremento vía cantidades.

Nuestra hipótesis es que el esquema macroeconómico actual, de tipo de cambio diferencial para la industria y para el agro, es el que mayormente explica el formidable comportamiento de las variables macroeconómicas que hemos repasado aquí; mientras que, en contraposición, la economía argentina ha sido de las menos favorecidas en cuanto a los términos de intercambio. No todo es viento de cola en América Latina.

Por German Saller

[1]“Términos de intercambio y desempeño macroeconómico en Sudamérica”. Entrelíneas de la Política Económica n°10.

“Espacio Económico”, ahora en radio Universidad

A partir de hoy, Todos los martes de 13 a 14


Ahora en formato radiofónico, “Espacio Económico”, un programa para entender los problemas económicos actuales.
Esta nueva propuesta del CIEPYC (Centro de Investigación en Economía Política y Comunicación), se presenta con notas y entrevistas a especialistas en economía, y a representantes empresariales, gremiales, políticos y de la comunidad.
Para las empresas Pymes, además, se le dedicaran segmentos dirigidos a la difusión de las políticas públicas para el sector.
El CIEPYC, creado en junio de 2003 por la facultad de Periodismo y Comunicación Social de La Plata, tiene entre sus objetivos “contribuir al debate de ideas en pos del desarrollo del país”.
A este ideario se le suman la docencia, la investigación y la extensión universitaria; línea en la que se ubican “Espacio Económico” Radio y “Entrelíneas de la Política Económica”, revista digital del CIEPYC.
Cabe aclarar que en el año 2001 se puso al aire el primer programa “Espacio Económico” TV, ciclo que a lo largo de sus 169 emisiones convoco a destacadas personalidades del ámbito público y privado.
El ciclo que se inicia mañana, se emitirá en vivo todos los martes de 13 a 14, con la conducción de Edgardo Corroppoli y Gerardo De Santis, director del CIEPYC.

30 de mayo de 2008

Régimen de acumulación y derechos de exportación: oportunidades, amenazas y desafíos

La rebelión fiscal de origen rural lejos de mostrar la inviabilidad del actual régimen de acumulación demuestra límites coyunturales que requieren cambios en el modo en que se regula el crecimiento. En la presente nota se analizan los rasgos centrales del actual modo de regulación y se trata de desanudar la aparentemente paradójica situación de buen desempeño económico con alto grado de conflictividad político institucional en el sector agrícola.

Por Pablo Lavarello – Leonardo Perichinsky – Miguel Zanabria

Investigadores del Centro de Investigación en Economía Política y Comunicación – Universidad Nacional La Plata.

Fuente: Revista Entrelíneas Nº 10 – Mayo 2008

Publicado en http://www.iade.org.ar/modules/noticias/article.php?storyid=2401

14 de mayo de 2008

Inflación

La Argentina está atravesando un incipiente proceso de inflación de carácter estructural. La debilidad del Estado en desacoplar totalmente los precios internos de los internacionales y en disminuir las prácticas de los grupos concentrados, está en el centro de la actual puja distributiva. Ya en 1950 Henri Aujac1 situaba a la inflación como un aspecto particular dentro de la lucha de clases. De esta forma la inflación es el mecanismo que tiene el capital para bloquear el régimen.
De no avanzar en un proceso de cambio estructural y de nuevas formas de competencia, los grupos concentrados buscarán poner límite a este régimen de acumulación, socavando los dos pilares básicos del crecimiento: el tipo de cambio real alto y la gradual redistribución del ingreso con pleno empleo.

Método de análisis estructural de la inflación

Hace más de 50 año Juan Noyola Vázquez escribió “El Desarrollo Económico y la Inflación en México y otros Países Latinoamericanos”, donde expuso el siguiente método de análisis de la inflación:

La inflación no es un fenómeno monetario. Es el resultado de desequilibrios de carácter real que se manifiestan en forma de aumentos del nivel general de precios.

Este carácter real del proceso inflacionario es mucho más perceptible en los países subdesarrollados que en los países industriales.

No obstante, la inflación es en cada país un problema específico y distinto, aún cuando puedan encontrarse rasgos comunes en todos ellos.

Si no se introducen en el análisis una serie de elementos derivados de la observación de la estructura y del funcionamiento de la economía de nuestros países, no se podrá comprender los fenómenos inflacionarios de América Latina. Deben incluirse todos los elementos que sean capaces de dar origen a desequilibrios en el sistema económico.

Existen elementos de carácter estructural, como la distribución de la población por ocupaciones y las diferencias de productividad entre los diversos sectores de la economía.

Existen elementos de carácter dinámico, como las diferencias de ritmo de crecimiento entre la economía en su conjunto y algunos sectores específicos, como las exportaciones, la producción agrícola, etc.

Existen elementos de carácter institucional, en la organización productiva del sector privado, grado de monopolio, métodos de fijación de precios, organización sindical, organización y funcionamiento del Estado y el grado y orientación de su intervención económica.

El modelo distingue dos categorías fundamentales, las presiones inflacionarias básicas y los mecanismos de propagación.

Las presiones inflacionarias se originan comúnmente en desequilibrios de crecimiento localizados en el comercio exterior y la agricultura. Pueden clasificarse en básicas o estructurales, circunstanciales y acumulativas o inducidas por el propio proceso inflacionario.

Los mecanismos de propagación normalmente se pueden agrupar en tres: mecanismo fiscal (que incluye el sistema previsional y el sistema cambiario), mecanismo de crédito y el mecanismo de reajuste de precios e ingresos.

La intensidad de una inflación depende de la magnitud de las presiones inflacionarias básicas y de la existencia de mecanismos de propagación y d la acción que estos desempeñan.

Por lo tano es preciso identificar las presiones inflacionarias básicas y determinar su intensidad, y en seguida observar si existen condiciones favorables a la aparición de mecanismos de propagación, descubrir cuales son y cómo actúan. Es esta una distinción fundamental, porque ambos tipos de factores constituyen categorías lógicas diferentes. Los mecanismos de propagación no pueden, por ejemplo, constituir una causa de la inflación, pero bien pueden mantenerla y contribuir a darle su carácter acumulativo. Son generalmente el aspecto más visible, lo que conduce a confundirlo con las verdaderas causas.

Las fuentes subyacentes de la inflación se encuentran en los problemas básicos del desarrollo. Es necesario por lo tanto superar enfoques tradicionales de corto plazo que buscan las causas en los “abusos” del gobierno en el gasto público, la “debilidad” del Banco Central al emitir en exceso y la “irresponsabilidad” de los sindicatos al pedir recomposiciones salariales.

13 de abril de 2008

Punto de inflexión

Por Horacio Verbitsky

La lectura oficial es que CFK se recibió de presidente. Mantuvo la autonomía institucional pero fue flexible para corregir errores tácticos que le impusieron un desgaste innecesario. Las retenciones son redistributivas y limitan la peligrosa expansión sojera. Esto permite encarar otras producciones de mayor utilidad social, como la leche, que genera empleo y también puede ser un gran negocio: una tonelada de soja se paga 500 dólares, una de leche en polvo, 5.000
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-102377-2008-04-13.html

12 de abril de 2008

La ortodoxia se viste de Keynes

Por Alfredo Zaiat

El aumento de precios de los alimentos, en particular, y del índice de inflación, en general, es el principal problema económico que enfrenta el Gobierno. Por ahora no es una cuestión dramática pero sí preocupante. El principal motivo que alienta esa inquietud se encuentra en la autodestructiva estrategia de manipular el Indice de precios al consumidor del Indec. Esa política de pintar el paisaje según el propio deseo sin incluir las diferentes ondulaciones que ofrecen las colinas, peñascos y cumbres abre la ventana al ingreso del virus del ajuste. La incomprensible, por lo burda, ruptura del indicador de referencia sobre los precios logró que resucitaran los profetas del fracaso, que las consultoras de la city recuperaran protagonismo con un nuevo nicho de negocio en la elaboración de mediocres índices de precios y, fundamentalmente, que regresaran diagnósticos tradicionales y otros confundidos sobre los motores que impulsan el actual proceso inflacionario.

Varios son los argumentos que van moldeando lenta pero persistentemente el sentido común del discurso económico sobre los motivos del alza de precios. La expansión monetaria, el aumento del gasto público por encima de la recaudación, las bajas tasas de interés en términos reales, el tipo de cambio relativamente alto que importa inflación, las presiones salariales y el alza de los costos son los postulados repetidos que se pueden encontrar en la mayoría de los análisis sobre las razones de la inflación. La receta propuesta frente a esos supuestos desequilibrios es el enfriamiento de la economía. Si alguna virtud =uede encontrarse en el actual modelo económico es su apuesta contracorriente a un crecimiento acelerado y vigoroso, como han registrado en su momento países que emergieron de guerras y depresiones que habían arrasado su estructura productiva y social. El reclamo de frenar la economía para abordar el presente problema de la inflación, además de mostrar pereza intelectual para estudiar lo que hoy es un fenómeno complejo a nivel mundial y de ignorar o dinimizar la puja distributiva local y la estructura oligopólica de mercados sensibles, refleja que la ortodoxia sigue gozando de un consenso que no se merece por los resultados desastrosos que ha ofrecido durante varias décadas.

Esos postulados de enfriamiento de la economía implican por el lado del gasto aumentar poco o directamente no subir las jubilaciones como si se trataran de haberes dignos, o disminuir la obra pública en un país cuya infraestructura es todavía deficiente, o bajar los subsidios y, por lo tanto, subir las tarifas. También significa por el lado monetario elevar la tasa de interés aún más de las de usura que hoy cobran los bancos para los préstamos al consumo, y para las hipotecarias o para la industria, haciendo más difícil el ya complicado acceso a esas líneas. Por el frente cambiario, dejar que baje el dólar lo que alentaría las importaciones y dificultarían las exportaciones, con la vulnerabilidad que generaría en las cuentas externas esa dinámica. Otra medida por el costado de los ingresos sería detener la morosa recuperación del salario real de los trabajadores.

Economistas del establishment no tienen pudor de insistir con esas recomendaciones, otros no tan ortodoxos son un poco más prudente, pero ahora han aparecido los denominados keynesianos que aconsejan lo mismo: enfriar la economía, que la presentan con el eufemismo de desacelerar el ritmo de crecimiento. Frente a las controversias, nada mejor que recurrir a la fuente de inspiración de los keynesianos. Axel Kicillof es un joven economista, estudioso de la obra de Keynes, que acaba de publicar el fabuloso libro Fundamentos de la Teoría general. Las consecuencias teóricas de Lord Keynes (editorial Eudeba), donde explica que muchas de las confusiones sobre las ideas del economista británico se debe a que “la absorción de los aportes de Keynes estuvo principalmente en manos de sus adversarios, es decir, de los economistas pertenecientes a la escuela teórica que él criticaba y pretendía desplazar”. Así el concepto de divulgación más común respecto de la propuesta keynesiana consiste en creer que el papel de la política económica es amortiguar o suavizar el ciclo económico, fomentando el nivel de =ctividad cuando hay recesión y, a la inversa, enfriando la economía a través de políticas recesivas cuando, a su juicio, se encuentra recalentada.

Ante una consulta de este cronista, Kicillof señala que “de esta estirpe son las recomendaciones que ofrecen los presuntos keynesianos cuando, ante el aumento de los precios, diagnostican un exceso de crecimiento del Producto y proponen reducir el consumo, la inversión y (si se los dejara hablar lo suficiente) seguramente también el salario. En general, la medida adecuada según esta óptica es la de restringir el crédito o, lo que es lo mismo, incrementar la tasa de interés. De esta manera pretenden combatir la inflación, pero lo hacen apelando a la medida ortodoxa por excelencia, puramente monetaria, aunque disimulada como si fuera un sabio “manejo” de la demanda keynesiana”.

A Kicillof se le solicitó encontrar en la obra fundamental de Keynes (La teoría General) la refutación a esa vulgar interpretación en espejo de la receta tan habitual entre keynesianos que propone aplicar políticas monetarias expansivas y, sobre todo, fiscales para salir de la recesión, que deduce entonces que es conveniente aplicar las medidas contrarias en el auge. Y Kicillof respondió, con generosidad, que Keynes dedicó varios párrafos en las páginas del capítulo 22 de La teoría, referido al ciclo económico, a una polémica que hoy es tan actual para Argentina. Keynes escribió: “Puede parecer que el análisis precedente está de acuerdo con el punto de vista de quienes sostienen que la sobreinversión es la característica del auge, que el único remedio posible para la siguiente depresión es evadir esta sobreinversión y que, si bien, por las razones dadas antes, ésta no puede impedirse por medio de una baja tasa de interés, sin embargo, el auge puede evitarse por una tasa alta de interés [...].” “Pero inferir estas conclusiones de lo anterior llevaría a una mala interpretación de mi análisis; y a mi modo de ver, supondría un serio error” (página 268).

Kicillof aclara que Keynes habla de sobreinversión pero podría estar hablando igualmente de sobreconsumo porque en la teoría general se supone que hay siempre una relación estable entre inversión y consumo dada por la propensión marginal a consumir y porque la tasa de interés afecta a la inversión y no al consumo.

Sigue Keynes: “Así ¡el remedio para el auge no es una tasa más alta de interés, sino una más baja!, porque ésta puede hacer que perdure el llamado auge. El remedio correcto para el ciclo económico no puede encontrarse en evitar los auges y conservarnos así en semidepresiones permanentes, sino en evitar las depresiones y conservarnos de este modo en un cuasi-auge continuo” (página =69).

Keynes concluye: “Así, un aumento de la tasa de interés como alivio para el estado de cosas derivado de un prolongado período de inversiones anormalmente fuertes, pertenece a esa clase de remedios que curan la enfermedad matando al paciente” (página 270).

El gobierno tiene que arreglar el desastre que hizo en el Indec. A los economistas keynesianos les toca la responsabilidad de eludir los lugares comunes para evitar errores de diagnósticos y, en consecuencia, de recetas para abordar la cuestión de la inflación.

9 de abril de 2008

Monsanto

Una historia oscura

Monsanto es la empresa de agronegocios más grande del mundo, con ventas en 2006 por 4476 millones de dólares, controla el 20 por ciento del mercado de semillas. La empresa, que rechazó hablar con este diario, publicitaba que el Roundup era “biodegradable” y resaltaba el carácter "ambientalmente positivo” del químico. La Fiscalía General de Nueva York reclamó durante cinco años por publicidad engañosa. Recién en 1997, Monsanto eliminó esas palabras en sus envases. Tuvo que pagar 50 mil dólares de multa. “Es la última de una serie de grandes multas y decisiones judiciales contra Monsanto, incluyendo los 108 millones de dólares por responsabilidad en la muerte por leucemia de un empleado texano en 1986; una indemnización de 648 mil dólares por no comunicar a la EPA datos sanitarios requeridos en 1990; una multa de un millón impuesta por el fiscal general del estado de Massachusetts en 1991 por el vertido de 750 mil litros de agua residual ácida; y otra indemnización de 39 millones en Houston (Texas), por depositar productos peligrosos en pozos sin aislamiento”, acusa el investigador. En Argentina, Monsanto cuenta desde 1956 con una fábrica en Zárate (Buenos Aires), donde radica su planta de producción de glifosato, la más importante de América latina. Publicidad corporativa asegura que controla el 95 por ciento del mercado de la soja sembrada en el país y, sobre el Roundup, festeja: “Es líder mundial en su especialidad y ha creado una verdadera revolución en la actividad agropecuaria de cientos de países”.

Sobre las consecuencias en la población del herbicida del monocultivo

¿Soja para hoy, enfermedad para mañana?

El modelo sojero funciona sobre la base de un agrotóxico, el glifosato, denunciado por causar malformaciones a recién nacidos, abortos espontáneos, cáncer y muerte. Varios estudios confirman el daño que produce en humanos. Por Darío Aranda
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/102045-32167-2008-04-08.html

3 de abril de 2008

¿A favor o en contra del lockout?

Por Eduardo Aliverti


El hecho concreto que sacude al país no deja espacio para medias tintas. Se está con o se está contra el lockout del “campo”. Y esto está dicho esencialmente, aunque no sólo, desde dentro del ejercicio periodístico y respecto de la cobertura de lo que sucede. Se escuchan posicionamientos ambiguos, siendo suaves, que terminan armando una ensalada indigerible entre que “lo importante es sentarse a dialogar”, que “las dos partes tienen su cuota de razón”, que “hay que bajar los decibeles”, que “la dirigencia agropecuaria fue desbordada por las bases”, que “es una locura la soberbia gubernamental y las acciones patoteriles de D’Elía y los camioneros”. Esos ensaladeros son básicamente los pusilánimes, los mediocres, los que carecen de formación intelectual o ideológica sólida, los que no saben qué opinar y menos que menos, ni aun por intuición, de qué lado ponerse. Pero no son subjetivamente tramposos. No les da la cabeza, simplemente, o, en el “mejor” de los casos, carecen de poder mediático para decir lo que en verdad piensan o sienten. Hay, en cambio, una fauna periodística con dos nutrientes: una está presa de que su negocio es el denuncismo antikirchnerista a rabiar, porque su target son los sectores culturalmente molestos de las clases medias urbanas; la otra, derecho viejo, está ligada a los intereses ideológicos y comerciales de sus multimedios, que le hacen el coro al “campo” con la amplificación desnuda, vacía, espectacularista, del tilingaje cacerolero y de las lágrimas de cocodrilo de gente que se cree la dueña del país. Una parte entre significativa y sustancial de la facturación de los grandes medios proviene de los emporios agropecuarios, de modo que a otro perro con el hueso de la independencia periodística en el tratamiento del lockout del “campo”. No mientan más. Basta de disfrazarse. El hecho concreto es que este paro salvaje generó un desabastecimiento cuyas víctimas, por vía inflacionaria, son los sectores más desprotegidos de la población. El hecho concreto es que los mismísimos protagonistas del paro reconocen que lo que está en juego no es perder plata, sino dejar de ganar alguna. El hecho concreto es que salieron a disputar el espacio público en defensa de sus intereses, a costa de joderle la vida a la mayoría de la sociedad porque esto no es un corte de calles en el centro porteño que perjudica la llegada puntual al trabajo. ¿Están a favor o en contra del hecho concreto? Díganlo de frente. Todo lo demás es anecdótico mientras no haya esa toma de posición definida frente a un episodio de esta magnitud.

El segundo aspecto, paradójicamente, es que todo eso que se transforma en anécdota por obra de idiotas útiles y cómplices viene a ser nada menos que el núcleo de lo que debería discutirse. En el turno gubernamental, la situación deja claro que (como en la gran mayoría de las áreas estratégicas) en el desarrollo agrícola-ganadero se carece de un proyecto de mediano y largo plazo que no sea explotar de soja, continuar aprovechando la demanda internacional de materias primas, recaudar con las retenciones y sentarse a tomar mate viendo cómo crecen las reservas del Banco Central. Por fuera de eso –y no solo como responsabilidad del Gobierno, que la tiene en primer grado, sino del conjunto de los actores sociales– no hay debate ni señalamientos alternativos que le importen mayormente a nadie. Quiénes son los principales beneficiarios de esta danza de agronegocios; qué será de la tierra con este esquema de virtual monocultivo, con crecientes riesgos de contaminación de todo tipo; cómo es posible que el 85 por ciento de la producción, en un territorio de cadena agraria, sea llevado por el más caro de todos los medios de transporte, que es el camión, mientras la recomposición de la red ferroviaria destaca como su estrella el montaje de un tren bala; cómo se explica que en este granero del mundo que puede darle de comer a 300 millones de personas haya un tercio de la población pobre e indigente; con qué se traga que más del 90 por ciento de los agentes del campo sean productores pequeños y medianos, y trabajadores rurales, pero casi la totalidad de la superficie en cultivo esté en manos de un puñado de terratenientes... El Gobierno viene eludiendo ese debate, al igual que los grandes medios de comunicación aliados a los fiesteros agroexportadores. Y un buen día, oh sorpresa, resulta que los fiesteros quieren más todavía y paran el país –no hacia dentro de sus cotos, donde siguen cosechando– ayudados por la bronca de los más débiles de la cadena, que les sirven de mano de obra piquetera. El contexto de muñeca política, nula o escasa, que tuvo el oficialismo para manejar el escenario es de segundo, tercer o último orden. El tono soberbio de Cristina, D’Elía corriendo de la plaza a los que de todas maneras se iban a ir apenas llovieran dos gotas, el uso de las huestes de Moyano como fuerza de choque, estructuralmente son pelotudeces. El partido no se juega ahí más que como sección secundaria. Se juega en cómo se reparte la torta y para qué.

Sin embargo, que el Gobierno se apropie de una parte de las rentas descomunales del “campo” no puede ser puesto en duda como derecho del Estado, en tanto lo estatal es concebido como regulador de los desequilibrios sociales. Es atrozmente cínico sostener que uno se deja meter la mano en el bolsillo por el fisco sólo si ve que eso es devuelto en el mejoramiento de la calidad de vida de la sociedad. ¿Desde cuándo les importa a estos tipos que las rentas del Estado vuelvan al pueblo en salud, educación, vivienda, servicios públicos? La discusión primaria no puede basarse en si es justificable la atribución del Estado para tomar porciones de lo que produce la economía. Para qué se usa esa retención es un debate que viene después, y que los fiesteros pretenden poner antes. Propiciadores, mandantes y socios de cada dictadura que asoló al país, la única novedad de esta oligarquía, a la que hoy quedaron pegados sectores dirigentes del agro con propuestas históricamente progresistas, es que el gran capitalista agrario tradicional cedió terreno frente a un conjunto limitadísimo de transnacionales y grupos locales, introductores de la valorización financiera de la tierra a través de sus fondos de inversión. Concentración extranjerizada, pero en el fondo semántico, como categoría política, los mismos intereses de la derecha oligárquica de toda la vida.

¿A favor o en contra de su lockout? Para empezar a entenderse desde un lugar tan concreto como la medida que lanzaron. El resto lo discutimos después.

26 de marzo de 2008

Retenciones a los granos: cuando la historia cuenta

Las retenciones son el único instrumento con que cuenta el Estado para hacer frente a las consecuencias no deseables de un aumento de precios internacionales de productos agroalimentarios, con el actual marco regulatorio e institucional del país. Además, concilian un dólar alto que beneficia a la industria y genera empleo con precios de los alimentos acordes a los salarios argentinos. El conjunto de instrumentos alternativos – entre otros, las juntas nacionales de granos y carnes - fue desmantelado durante los años ’90, dejando los mercados domésticos de alimentos a merced de la evolución de los precios internacionales. En consecuencia, que las retenciones se apliquen ahora no es el resultado de un capricho del gobierno actual sino de un conjunto de decisiones tomadas en el pasado.

Seguramente este instrumento sería innecesario si la Argentina hubiera mantenido otros mecanismos institucionales que supo crear a lo largo de su historia, y que en otros países permitieron un desarrollo de las cadenas agroindustriales diversificadas. Este aspecto es aún más preocupante si se considera que nuestro país es el único entre los cinco principales exportadores mundiales de cereales (acompañado por Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y Australia) que no cuenta con mecanismos de regulación del comercio de materias primas. Todos los países exportadores cuentan con formas directas o indirectas de intervención para asegurar la competitividad y la seguridad alimentaria de la población. Las formas indirectas, adoptadas en Estados Unidos y en Europa, combinan transacciones realizadas por el sector privado con significativos subsidios e intervenciones en los precios, como ocurre en la Unión Europea y los Estados Unidos con las “ordenes de comercialización”. En Canadá y Australia, por su parte, los Marketing Boards (una suerte de Juntas nacionales de granos y otros productos agropecuarios que en el primer caso son estatales y en el segundo son privadas pero bajo control de los productores) centralizan el acopio y la exportación, permitiendo a los productores eliminar la discriminación de precios en períodos de cosecha por parte de las grandes trasnacionales del comercio de granos. En Nueva Zelanda existe un esquema similar para le leche, bajo gestión privada, con una mega-cooperativa de productores lácteos que hoy avanza en un proceso de internacionalización a la par de las grandes multinacionales lácteas. Estas instituciones permitieron resolver el conflicto entre consumo interno y exportación a partir de una reinversión de la renta agraria en la diversificación de actividades y “descommoditización”.

La Argentina contó alguna vez con mecanismos regulatorios similares, que sin embargo funcionaron esporádicamente, y finalmente fueron desmantelados durante los años ‘90. La Junta Reguladora de Granos (luego denominada Junta Nacional de Granos) fue establecida durante los años ’30 en forma contemporánea a los Boards Canadá y Australia en el contexto de la fuerte caída de los precios internaciones. La Junta tenía funciones similares a las de estos países: intervenir en el mercado de granos para sostener el precio interno al productor, abastecer a la industria y el consumo local a precios accesibles, organizar acuerdos de comercio entre Estados, registrar las exportaciones, cobrar impuestos a las exportaciones, establecer estándares de calidad y clases de trigo, certificar estándares, asesorar a los semilleros, administrar la red de silos estatales. Las Juntas rara vez cumplieron las funciones reguladoras de precios, dado el fuerte poder de veto que establecieron las entidades del campo y, fundamentalmente, las empresas del comercio de granos. La intervención en los precios solo fue efectiva en un breve período: durante los años ’30 cuando fueron creadas por los conservadores, reforzadas luego en el primer peronismo al crearse el IAPI y en el breve lapso del gobierno de Campora. El resto de las funciones, mantenidas hasta los años ’90, fueron sin embargo cruciales para la organización del sector, y generaron importantes capacidades del Estado en el comercio exterior y en la tipificación de granos. Capacidades que utiliza hoy la Canadian Wheat Board para diferenciar trigos según distintas calidades y obtener así mejores precios frente a la industria. Estas capacidades se perdieron en la Argentina cuando el gobierno de Carlos Menem desarmó las Juntas, trasladando sus funciones a un mercado dominado por un reducido número de grandes empresas extranjeras y grupos locales del comercio de granos que son los que ahora captan las diferencias por calidades, elusión fiscal y por manejo de precios en distintas épocas del año.

No obstante, cuando se eliminaron las Juntas, las entidades del campo no adoptaron medidas con la magnitud y la agresividad vistas en estos días. Frente a la desregulación, o bien se apoyó activamente (Sociedad Rural, Confederaciones Rurales Argentinas), o no se opuso una resistencia similar a la actual (Federación Agraria Argentina, que agrupa a los pequeños productores, principales perjudicados por el desmantelamiento de las Juntas). Por esto llama la atención la saña del lock out de los sectores agrícolas frente al reciente establecimiento de las retenciones móviles.

Es interesante comparar esta actitud con la de los productores australianos, neozelandeses y canadienses, frente a la oleada de liberalización de los años ’90, quienes no cedieron ante la ofensiva de las grandes trasnacionales de granos. La centralización de las compras de materias primas no fue entregada a estas empresas, sino que optaron por el reemplazo de los Boards por mega cooperativas de exportación (como Fonterra, la Cooperativa de productores lácteos neocelandeses, o el Board privado en el caso del trigo de Australia). De esta manera, lograron mantener un instrumento que les permite garantizar la oferta de alimentos a la población y fortalecer la competitividad del sector.

Si se tiene en cuenta estos elementos, puede comprenderse por qué las retenciones son en este momento la respuesta que encuentra un gobierno frente a una historia de abandono del control democrático sobre el acceso a la alimentación y a la divisas. Abandono del cual la totalidad de la dirigencia política y de las entidades del campo son responsables. En este contexto las retenciones han sido un paso necesario en la medida que permiten cumplir una serie de objetivos indelegables del Estado: desacoplar los precios internos de los alimentos de los precios internacionales e incidir en las rentabilidades relativas de los distintos cultivos a fin de limitar el avance de la sojización.

La implementación de retenciones móviles implica un avance frente al esquema previo de retenciones, porque otorga a los sectores primarios y de transformación un horizonte de estabilidad de precios y abre la puerta a una eventual disminución de la imposición, frente a una posible reducción de los precios internacionales tras la desaceleración de la economía mundial. A una semana de implementada la medida ya se ha visto como ante la caída del precio internacional de la soja, las retenciones móviles generaron una disminución en el monto del impuesto.

Por su parte, el mayor peso de las retenciones a la soja es razonable, considerando los efectos que su alta rentabilidad relativa genera sobre la oferta de otros alimentos, que son desplazados por este cultivo. Pero que, dado los altos costos de reconversión para los productores pequeños, requiere la profundización de medidas que apunten a financiar las inversiones que garanticen el reemplazo de la soja por otras producciones.

En este sentido, y en la medida que sean asegurados los costos de reconversión, las retenciones son un paso necesario hacia la configuración de un nuevo régimen que concilie los objetivos de exportar con los de alimentar a la población, sin lesionar las ganancias normales de la actividad. El sector debiera comprender que las retenciones perderían su razón de ser si se implementaran los mecanismos institucionales que permitan reorientar la renta agraria hacia el desarrollo agroindustrial y la descommoditización. Sin embargo, es notoria la ausencia de propuestas y acompañamiento de los representantes del campo en este camino. Así lo demuestra la aún escasa participación del sector en la utilización de los esquemas de subsidios al trigo, explicado por el alto grado de evasión impositiva que existe en esta actividad. El camino no estará exento de conflictos, dado que implicará recuperar la renta hoy apropiada por las grandes exportadoras y productores concentrados.

Este camino requeriría por un lado, que el gobierno implemente mecanismos de regulación contra el abuso de poder monopsónico de la comercialización concentrada, y lleve adelante políticas selectivas para los productores pequeños de las zonas marginales, Entre las medidas que consideramos importante discutir, se destaca:

1. Complementar las retenciones con transferencias directas a los productores con pequeñas extensiones - calculadas en función de hectáreas en actividad- planteando la diversificación de los cultivos más allá de la soja. Para ello es necesario un empadronamiento de los productores, para identificar si pertenecen a grupos financieros u otras formas de sociedad que puedan desvirtuar el objetivo redistributivo del impuesto.

2. Regenerar las herramientas de regulación del mercado agropecuario, a fin de evitar la punción que practican los grandes exportadores sobre la rentabilidad de los pequeños productores. Para lo cual es necesario recrear las Juntas Nacionales de Granos y de Carnes, que a partir de su rol de compradores sostengan el precio de los granos al productor. Institución que debe encarar una activa política estratégica de diferenciación de granos.

3. Crear una infraestructura portuaria y de almacenamiento, propiedad de las Juntas, que permita organizar el sistema de logística más allá de los grupos concentrados.

4. Aumentar la progresividad del impuesto inmobiliario rural, realizar una revaluación de los campos acorde al actual valor de mercado y mejorar la eficacia recaudatoria de los impuestos nacionales, como ganancias y bienes personales.

Para que estas medidas puedan ser implementadas es indispensable el apoyo de los pequeños y medianos productores. El 50% de la tierra está en manos de 5000 productores, sólo mil poseen el 33% de las hectáreas cultivables. El otro 50% está atomizado y enfrenta el desprecio de los productores concentrados a la hora de venderle sus productos. La táctica debiera ser ayudar a estos últimos y conseguir su apoyo.

Por CIEPYC

24 de marzo de 2008

Cacerolas

Para el diario La Nacion en el dia de las cacerolas …


La gente del campo cuanto hace que no pasa por el conurbano?

Las retenciones cumplen el rol de redistribuir para el conjunto de la sociedad, que los incluye, parte de las rentas extraordinarias debidas a la suba de los precios internacionales de las commoditties como la soja. Como herramienta redistributiva ha mejorado la composición de los ingresos tributarios y desconecta el precio interno de esos bienes y sus derivados del precio internacional, lo cual es preferible para el conjunto de la sociedad. Se detuvieron a pensar que pasaria si todo quedara librado al mercado como estan planteando?

Cuanto más sube el precio de la soja, mayor es el incentivo a producir sólo soja, en vez de los alimentos que se consumen en el país, cuyos precios también subirían. Ustedes que son gente culta, que seguramente tuvieron la suerte de poder estudiar y formarse, verían desaparecer el beneficio de todo eso, ya que sólo convendrá cultivar soja, para lo cual es necesario poseer o rentar tierra apropiada que ya esta distribuida desde hace mucho tiempo y su valor solo seguiria aumentando elevando aun mas los costos de producciones alternativas y necesarias.

En definitiva, el reclamo del campo es el reclamo por una renta extraordinaria y por una vision de país excluyente.

No cometan el error de creer que se trata de una oportunidad para pegarle al gobierno por todo por lo que no les guste. En este caso es una de las medidas de politica economica acertada para pensar un pais diferente para los proximos decenios.

Especialmente hoy recuerden la experiencia de otros levantamientos apoyados por las centrales patronales en contra de un gobierno y las consecuencias deseadas o no por ellos que resultaron de eso. Recuerden tambien hoy que el salon de la Rural se sigue llamando Martinez de Hoz.

Rafael A. Selva

23 de marzo de 2008

El desafío

LA RURAL SE VA A LA GUERRA EN 4X4


En un momento de extraordinaria rentabilidad la Rural se rebela contra una de las medidas más racionales que el gobierno adoptó en defensa del conjunto de la sociedad y de los propios productores agropecuarios. Junto con la inflación es parte de la puja distributiva. Desde el lockout de la APEGE que desembocó en el golpe del que mañana se cumplirán 32 años, el poder económico no planteaba un desafío semejante al sistema político. Cómo contestarán Moyano, D’Elía y el PJ.

Por Horacio Verbitsky
 
La medida de fuerza de la Sociedad Rural con el apenas disimulado propósito de desabastecer de alimentos a las grandes ciudades, y el persistente aumento de precios son dos caras complementarias de la puja distributiva y plantean el mayor desafío del poder económico al sistema político y a las clases subordinadas, desde el paro de la Asamblea Permanente de Entidades Gremiales Empresarias de febrero de 1976, que desembocó en el golpe del que mañana se cumplen 32 años. La prohibición de exportaciones en caso de que las entidades patronales resuelvan continuar con el lo-ckout pondría a prueba quién resiste más. Es improbable que los potentados del campo consigan que otros sectores los compadezcan por el límite que el gobierno impone a su rentabilidad sin precedentes. Pero en caso de desabastecimiento, el malestar puede alcanzar también al gobierno. Luis D’Elía citó una frase histórica: “A la fuerza brutal de la antipatria, opondremos la fuerza del pueblo organizado”. Justo y bello, pero ¿existe tal organización popular?

Piquetes paquetes

La APEGE de 1976 reunía a las principales cámaras patronales de todos los sectores y exigía “la rectificación total de la filosofía política, económica y social”. El movimiento actual es conducido por las entidades del sector agropecuario y sólo reclaman que se anule el mecanismo de retenciones móviles y progresivas a las exportaciones de granos. Pero si se escuchan los discursos en los cortes de rutas y se atiende a los foros de lectores de la prensa militante que los acompaña, hablan de pintarse la cara para la guerra, de hartazgo con el gobierno, e incluso del “principio del fin del kirchnerismo”. Para contextualizar de qué se trata: las páginas de La Nación sobre el lockout lucen un aviso de automóviles suecos Volvo, en oferta desde 36.900 dólares. El desborde emocional tiene para algunos sectores más peso que sus propios intereses. En febrero de 1976 se plegó al cese de actividades la CGE, que después del golpe de marzo fue perseguida y cuyos dirigentes históricos, José Gelbard y Julio Broner, debieron exiliarse, mientras un representante típico de la oligarquía diversificada, José Alfredo Martínez de Hoz, asumía el ministerio de Economía para producir la más profunda remodelación social. Sus beneficiarios defienden en las rutas el país dual que se afirmó entonces. Ahora participa en forma activa la Federación Agraria, cuyo líder, Eduardo Buzzi, es uno de los partidarios más extremos de prolongar y de radicalizar la medida porque “ya no tenemos nada que perder” (sic). Como la Unión Cívica Radical entonces, la Coalición Cívica Libertadora se subordina ahora a los intereses económicos más concentrados y sus dirigentes buscan calor popular en los piquetes paquetes, con consignas como la de Elisa Carrió, para quien el gobierno “le roba al campo”. Los chacareros no exportan ni pagan retenciones. Pero su entidad actúa como ariete de quienes les trasladan ese costo adicional y enfrentan una de las medidas más racionales adoptadas por el gobierno en defensa del conjunto de la sociedad. El contexto es tan poco comparable como el declinante gobierno de Isabel Perón con el flamante de CFK. El actual tiene los recursos para responder al reto, siempre y cuando identifique con precisión la índole del problema.

El espejo brasileño

Las retenciones captan para la sociedad parte de las rentas extraordinarias debidas a la coyuntura internacional. Esos instrumentos redistributivos han mejorado la composición de los ingresos tributarios por el incremento de los impuestos directos que, lejos de trasladarse a los consumidores, contienen los precios cuando se trata de productos que también se consumen en el país, como los hidrocarburos, los lácteos, la carne y el trigo. En el mismo mercado mundial y con una producción agropecuaria similar, Brasil ha tenido un crecimiento económico casi tres veces inferior al argentino. Eso obedece a decisiones políticas, que se reflejan en el valor de las respectivas monedas, casi de 2 a 1. Sumando a la ecuación los subsidios al transporte y al combustible, aun con las nuevas retenciones los productores argentinos tienen mayor rentabilidad que los del Brasil. Por supuesto hay diferencias según la escala y la ubicación de cada unidad productiva y el Estado debería proveer nuevos alivios a los pequeños agricultores. Luego de una década de hipotecas y remates a precio vil, la refinanciación de sus deudas por el Banco Nación, a largo plazo y baja tasa, les abre un panorama más alentador. El precio de la tierra agrícola ha crecido en forma espectacular y tienen el recurso de alquilar sus campos, mientras estudian asociaciones que mejoren su escala. Alguien que, como Buzzi, integró el Frente Nacional contra la Pobreza no tiene justificación ética ni política para alinearse con quienes no imaginan otra respuesta pública a la pobreza que la represión de sus víctimas. No conduce, lo arrastran por un camino del que es difícil salir.

En busca del equilibrio

Como la soja no integra la dieta local y su alto precio externo no afecta el salario, los voceros de la Sociedad Rural afirman que el único objetivo del gobierno es aumentar los ingresos fiscales. Esta objeción, irónica en defensores tradicionales del rigor fiscal, ignora que el incremento del precio de la soja y, en consecuencia, de la tierra, se combinan en un círculo virtuoso para los grandes propietarios pero vicioso para la sociedad. El alza de las retenciones provoca el efecto inverso. En este momento los campos pampeanos superan en dólares el precio de las mejores tierras productivas de Estados Unidos. Cuanto más crezca su precio, mayores estímulos habrá para producir sólo soja, en vez de los alimentos que se consumen en el país, cuyos precios también aumentarán. Quienes objetan el carácter móvil y progresivo de las retenciones señalan que los ingresos de los productores serán erosionados por la inflación. Esto pone en un pie de igualdad con el resto de la población a los grandes productores, cuya participación en el aumento de precios internos no es irrelevante.

Mitos y realidad

Un trabajo de Eduardo Basualdo y Nicolás Arceo publicado en el número 177 de la respetada revista académica Desarrollo Económico refuta el mito de que los grandes terratenientes habrían dejado de ser el agente económico central, en beneficio de “un nuevo estrato de propietarios medianos grandes innovadores y asentados en la producción agrícola, es decir una suerte de farmers locales”, en tierras arrendadas. Tampoco avala la supuesta extranjerización de la tierra agrícola.

Algunos de los fondos de inversión agrícola y de los pools de siembra, que alquilan la tierra e incorporan a la producción agropecuaria capitales extrasectoriales, alcanzan un tamaño medio equivalente al de los grandes terratenientes bonaerenses. Pero la superficie agropecuaria total que concentran es poco significativa: según datos de 1996 apenas el 8 por ciento de la superficie se trabajaba mediante formas de tenencia ajenas a la propiedad. Y a diferencia de lo que ocurre en las finanzas, la industria, los servicios públicos privatizados y otras actividades primarias que generan renta (petróleo, gas y minería) la presencia del capital extranjero era irrelevante, no más del 4 por ciento sobre el total de la compraventa de tierras. Cualquier afirmación sobre lo sucedido desde entonces es impresionista, porque no hay estudios. Recién cuando termine la odisea del Indec, los datos del último censo agropecuario actualizarán esa fotografía.

Los propietarios rurales bonaerenses con 2500 o más hectáreas, que en casi todo el siglo pasado se concentraban en la ganadería y les arrendaban grandes extensiones a los pequeños y medianos productores para la producción agrícola, ahora desarrollan ambas actividades por su cuenta y riesgo, lo cual les permite ejercer una incidencia decisiva en diferentes entidades y no sólo en la Sociedad Rural. Son ganaderos desde el punto de vista del uso de la tierra, pero agrícolas en términos del valor de producción. Esta asimetría se debe a los precios relativos vigentes en el agro, que el incremento de las retenciones intenta corregir.

Basualdo y Arceo destacan que las transformaciones productivas y tecnológicas son adoptadas por los grandes terratenientes tradicionales. Esos grandes propietarios no son precapitalistas, como creía el libresco Partido Comunista, sino por el contrario la vanguardia de todas las innovaciones, tanto tecnológicas como en las formas de propiedad, y poseen capacidad financiera para aplicarlas. La clase social decisiva en la historia argentina no se desvaneció en el aire sin que nadie lo advirtiera, pero parte de su know-how es hacerlo creer. Sigue siendo el sector hegemónico de la burguesía realmente existente, aquella capaz de alinear a las demás fracciones del capital en torno de sus intereses.

Las causas del fenómeno

El otro campo de batalla escogido por el capital más concentrado es el de la inflación. Dentro del gobierno hay lecturas distintas sobre las causas del fenómeno, que todos niegan en público. Para un sector, que ha ganado la atención del ex presidente Kirchner, se aquietará cuando culmine el reacomodamiento de precios relativos luego de la devaluación. Para otro, al que se afilia el jefe de gabinete Alberto Fernández, hay un exceso de demanda, que requiere un cierto grado de enfriamiento de la economía. Esto es difícil de sostener, cuando se constata por mediciones privadas en una de las principales cadenas de supermercados que los mayores aumentos se produjeron en alimentos como la polenta (159 por ciento en los últimos ocho meses) y las legumbres secas (112 por ciento), de consumo por los sectores más pobres, sin capacidad de demanda que pueda convalidar semejantes incrementos. Un trabajo del Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino, CENDA, propone una tercera alternativa, que es la marcada estructura oligopólica de la economía. Según sus investigadores, en el caso de los bienes tran-sables las retenciones sobre todas las exportaciones son una opción más efectiva y menos vulnerable que los denominados acuerdos de precios. En el de los no transables no hay otra posibilidad que el control de precios. “De otro modo”, escribieron hace un año y medio, la ortodoxia amenaza con la “inflación reprimida”. Pero no sería una inflación monetaria, salarial, de demanda o cambiaria, sino “como expresión de una inflación de ganancias extraordinarias”. Es lo que sucedió.

Tierra arrasada

La política de tierra arrasada en el Indec se explicó por las conveniencias de un año electoral. Pero hoy no cumple ninguna función útil y roe la credibilidad del gobierno no sólo respecto del IPC. La presidente tiene a consideración dos proyectos:

1. El secretario de Comercio Guillermo Moreno propone substituir en el cálculo los bienes y servicios que más aumentan. La consecuente resignación de niveles populares de consumo permitiría estabilizar la inflación en los satisfactorios indicadores del Paraguay de Stroessner o el Haití de Duvalier. También contempla medir sólo los consumos de la franja más austera de la sociedad, que no conoce educación privada ni medicina prepaga. Tiene un atractivo inmediato pero es muy peligrosa a largo plazo, porque aumenta la ponderación de los alimentos, que están aumentando más que el promedio, y no sólo en la Argentina.

2. El ministro de Economía Martín Lousteau y el jefe de gabinete Fernández mantienen el índice de precios al consumidor de nivel general, y sólo suprimen algunos consumos típicos de la convertibilidad, como las flores de Colombia o el turismo en Cancún. Además se confeccionarían índices específicos de otros sectores sociales. Ninguna de estas alternativas da cuenta del problema de fondo: la inflación expresa la decisión del capital más concentrado de limitar la recuperación del salario que comenzó en 2003. Una vez que su nivel se acercó al de 2001, las mayores firmas no permitieron nuevos avances. La única manera de impedir que sigan erosionando los ingresos populares es atacar la estructura oligopólica en la producción y comercialización de los bienes esenciales, y operar sobre las cadenas de valor. Pero en vez de adoptarse medidas en defensa de la competencia se autorizan fusiones que refuerzan la indefensión ante los aumentos de precios. El Estado tiene los mejores expertos en cadenas de valor, pero nadie los ha consultado.

As de cartón

La ineficacia del pintoresco secretario Moreno desacredita la legítima e imprescindible intervención estatal. Luego de una visita a Puerto Madero, el secretario de la CGT, Hugo Moyano, dijo que Moreno defendía las intereses de los trabajadores. Pero en realidad Moreno convalida la estructura oligopólica con el asombroso argumento de que si son pocos es más fácil controlarlos, y sólo acuerda medidas distractivas de desinformación. Los supermercados avisan en grandes títulos precios reducidos de diversos productos. Luego de esas ofertas sigue un asterisco. Una minúscula nota al pie informa que se trata de pocas unidades. Por encima de esa cantidad, el precio puede triplicar el anunciado. De hecho, según la medición citada, la canasta básica de alimentos aumentó un 25 por ciento entre julio pasado y marzo de este año. De ese orden es el nivel de aumentos obtenido por los gremios más fuertes, como el de Moyano. Pero los más débiles no tienen esa posibilidad. Esto está reforzando la desigualdad incluso dentro del sector de trabajadores privados formales, donde es de 7 a 1 entre extremos. El salario promedio privado creció más del 21 por ciento entre diciembres de 2006 y 2007, lo que implica una mejora de unos 4 puntos de poder adquisitivo sobre el costo real de vida. Pero esa masa salarial se distribuye en forma desigual: el 20 por ciento de los trabajadores formales privados se apropia de la mitad, mientras el 30 por ciento del extremo inferior no llega a percibir ni el 10 por ciento. Los primeros reciben sueldos promedio que pasan de los 5.000 pesos mensuales; los segundos, de 700 pesos, equivalente al del 40 por ciento de los trabajadores informales. Blancos y negros ya no constituyen la división principal.

Los errores del pasado

El diputado nacional Carlos Kunkel homenajeó a los trabajadores víctimas de la dictadura junto con Moyano y abominó de la “dramática lucha interna” de los años 70, que “abrió el camino a la dictadura”. Es inteligente no repetir los errores del pasado, pero peligroso no advertir los del presente. En el mismo acto, Kunkel dijo que sólo la CGT constituía el “movimiento obrero organizado” y “columna vertebral” del peronismo. Esta frase ratifica el desdén con que la presidente trató a la mesa directiva de la CTA durante la audiencia de febrero, cuando descolocó a su secretario general, Hugo Yasky, ante los opositores internos que quisieran adoptar la retórica de Buzzi y Carrió. Fue la presidente quien le pidió a Kirchner que se hiciera cargo del Partido Justicialista, para no dejarlo en manos de quienes ni siquiera ocultaban su intención de organizar un marzo caliente. Pero de allí a las sobreactuaciones, como el discurso pronunciado por CFK delante de un enorme cartel que decía simplemente “Moyano conducción”, hay un largo trecho. Sustentar las alianzas políticas en el 20 por ciento mejor pago de los trabajadores privados formales, que no luchan por la subsistencia sino por elevar el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, y en una dirigencia partidaria que sólo sobrevivió gracias a la heterodoxia y el hiperactivismo kirchnerista, no son opciones sin consecuencias, a la hora del desafío de las 4x4.