17 de agosto de 2007

La cadena agroindustrial en el desarrollo económico argentino

Por Aldo Ferrer, Gustavo Grobocopatel y Bernardo Kosacoff
Los autores de estas notas compartimos inquietudes, experiencias y expectativas, referidas a la situación de nuestro país y su futuro. En los últimos tiempos, nos hemos reunido varias veces para cambiar ideas. Al analizar el escenario actual de la Argentina y el mundo, una cuestión central que surge es el notable dinamismo de la cadena agroindustrial, que tiende a prolongarse, a largo plazo, por los recursos disponibles en el país y las transformaciones en curso en el orden mundial.
La pregunta es qué hacer para desplegar todo el potencial de la cadena y vincularlo a la formación de un país industrial avanzado, generador de empleo y bienestar, capaz de decidir su propio destino en un sistema internacional globalizado.
Conocimiento aplicado
Los emprendedores y el conjunto de los recursos humanos aplicados en la cadena agroindustrial (CAI), han demostrado una extraordinaria aptitud para aplicar el conocimiento en el desarrollo de los recursos naturales del país y, sobre estas bases, multiplicar la producción y el empleo, abastecer al mercado interno y aumentar las exportaciones.
Los cambios en el escenario internacional -en el que se destaca la emergencia de los países asiáticos- han contribuido a un incremento de la demanda y de los precios de los bienes de la CAI.
La convergencia del potencial de recursos argentinos desarrollados en el marco de un extenso proceso evolutivo -donde la incorporación y difusión extraordinaria de innovaciones tecnológicas y organizacionales tuvo un papel significativo- y un contexto externo muy favorable -el cual previsiblemente se mantendrá a mediano y largo plazo– explican el dinamismo actual de la CAI y su proyección como uno de los impulsores fundamentales del desarrollo de la economía argentina.
Las nuevas formas de organización de la agroindustria generan crecientes encadenamientos productivos que impulsan a la economía en su conjunto, a la vez que plantea la necesidad de formular estrategias de bases de negocios que permanentemente sumen valor y se articulen en forma sistémica.
El sector agroindustrial tiene una fuerte base de empresas nacionales y pymes que supieron generar ventajas competitivas dinámicas y enfrentan hoy el desafío de avanzar e integrarse a la economía nacional y proyectarse al mundo con mayor participación, diferenciación y valor.
Estas nuevas formas de organización de la producción generan fuertes complementariedades y externalidades, con crecientes demandas de innovación y empleo calificado. Además son de indudable impacto territorial, con desarrollos locales que generan una mejor y más equilibrada localización geográfica de las actividades productivas.
La prosperidad de países con una constelación de recursos de la CAI, comparables a los de la Argentina, como los Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda y Australia, se sustenta no sólo en el dinamismo del sector, sino en estructuras diversificadas y complejas, capaces de incluir a la mayor parte de la población en la distribución de los frutos del desarrollo.
A su vez, estas sociedades han transitado con éxito desde la lógica de la "seguridad alimentaria" hacia la generación de complejos agroindustriales de alto valor agregado, con fuertes encadenamientos.
Este nuevo camino implica una demanda creciente de la producción primaria para proveer a la industria y la energía y, a su vez, un mayor eslabonamiento de las cadenas primarias con requerimientos de base industrial, servicios e infraestructura, caracterizados por su mayor complejidad y difusión de las innovacione.
El país posible en 2012
Si somos capaces de generar las sinergias entre la actividad privada y las políticas públicas a la altura de las circunstancias, dentro de 5 años, en 2012, podríamos adscribir un escenario deseable y posible como el siguiente:
  • En el período 2007-2012, la economía argentina registró un dinámico cambio estructural, caracterizado por un patrón de especialización con creciente participación de sectores intensivos en innovación y vinculaciones con las ciencias básicas.

    Ya nadie se pregunta cuando llega la próxima crisis. Por el contrario, el debate se focaliza ahora en fortalecer la generación de riqueza, la cohesión y la inclusión social, con una estructura productiva crecientemente diversificada y compleja.
  • El PBI es 40% más alto que en 2007. La tasa de desocupación se redujo al 5% y prácticamente la totalidad de la fuerza de trabajo está ocupada en empleos formales con la debida cobertura social.

    La proporción de personas debajo de la línea de pobreza bajó del 10%. No existen ya personas indigentes. El país cumplió con todas las metas de reducción de pobreza y desigualdad que se plantearon en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de las Naciones Unidas.
  • Existe una proporción creciente de trabajadores del conocimiento, de altos salarios, que trabajan a tiempo flexible y deslocalizados. Se sustenta en un sistema educativo de creciente calidad, con docentes de alto reconocimiento social y pilar del modelo de desarrollo.

    Se consolidó el crecimiento con una macroeconomía consistente con el desarrollo y la gobernabilidad. El ahorro interno aumentó en forma persistente, financiando una creciente tasa de inversión. La intensidad de los intercambios con el mundo creció notablemente, con exportaciones que superan los US$ 70.000 millones.
  • Argentina se consolidó como líder en el mercado mundial de proteínas vegetales y animales, y de aceites. Exporta soja, maíz, trigo o girasol (la producción de granos paso de 90 a 130 millones de toneladas) y también es líder en la exportación de productos manufacturados de aves y cerdos, con productos de gran valor y complejidad, como las presas y los congelados, a más de 100 países.

    Los consumidores de más altos ingresos del mundo demandan carne vacuna argentina, particularmente los cortes más sofisticados. El desarrollo de empresas nacionales permitió multiplicar las exportaciones de productos lácteos y liderar las exportaciones del MERCOSUR al mundo.
  • Un nuevo horizonte presenta el plan nacional de riego, que desvía una parte de las aguas del río Paraná -agua dulce hasta ahora arrojadas al mar- hacia el interior de la llanura pampeana. Inmensas áreas de Santiago, Córdoba, San Luis y La Pampa se beneficiarían con un canal que conduce el agua y la pone disponible para ser transformada en trigo, soja, sorgo, maíz o girasol.

    La producción nacional, se prevé, podría incrementarse en 30 M más de TN de granos y llegar a 160 M de TN de producción. El aumento de los precios internacionales puso condiciones muy favorables para acelerar el proyecto.
  • El liderazgo agroindustrial argentino, con sustento ambiental por la utilización del sistema basado en siembra directa, se extendió a otros productos que cobran cada día mayor importancia en la actividad económica, tales como, vinos, miel, infusiones, olivas, frutas, cítricos y celulosa.

    Existen varias plantas destinadas a la producción de plásticos biodegradables provenientes del procesamiento industrial de cultivos modificados genéticamente, desarrollados en laboratorios de investigación públicos-privados como, asimismo, el desarrollo de polímeros a partir del procesamiento de los sueros lácteos.
  • El sector de alimentos potenció a la metalmecánica (maquinaria agrícola), la petroquímica (fertilizantes y agroquímicos), las semillas, la electrónica (muchas máquinas utilizan estos sistemas), la industria automotriz (camiones y camionetas), la construcción (depósitos, plantas, galpones, puertos, comunicaciones), los plásticos (bolsas para almacenaje y envases para productos).

    Argentina exporta cada vez más tecnología de producción y procesamiento de alimentos y también conocimientos en forma de servicios. Los clientes más importantes están en Latinoamérica, África y la Europa del Este. La inversión publica y privada en biotecnología permitió mejorar la productividad y la calidad de los alimentos; el avance continúa ininterrumpidamente.

    Se registró un progreso importante en las relaciones entre el sistema nacional y tecnológico y la producción. Los conocimientos no quedan encerrados en los laboratorios sino que se transmiten a la sociedad en forma de semillas, medicinas, máquinas o sistemas.
  • El conjunto de la industria argentina se consolidó en estos años. La industria electrónica; la producción e intercambio de bienes informáticos; la industria del software y los servicios vinculados; el diseño en todos sus aspectos; la fabricación de muebles; las autopartes y vehículos de series cortas y alta ingeniería; la publicidad y bienes culturales; la telemedicina; los productos mecanizados complejos; la química fina; los recursos naturales (minería, forestal, energía, pesca) y la producción de insumos industriales básicos (acero, petroquímica, aluminio, cemento) con mayor valor agregado y eslabonamientos; entre otras actividades, configura actualmente una estructura productiva integrada, abierta al mundo y competitiva.
  • Otro de los sectores líderes de la economía es el turismo. Argentina pasó de ser un destino elegido por los precios a ser preferido por la calidad de sus recursos naturales, infraestructura, calidad de sus servicios, además, de la proverbial cordialidad de su gente. Las líneas aéreas conectan directamente las capitales de provincias entre si. La actividad hotelera de diversas categorías se despliega en todo el territorio.
  • La infraestructura de transportes de rutas viales y ferrocarriles integra progresivamente la economía nacional dejando e l histórico despliegue radial centrado en la región metropolitana, como un rasgo del pasado. Existen autovías recientes y en expansión.

    Los servicios públicos urbanos de transporte están recuperando su dignidad y disminuyeron notablemente los problemas de congestión. Se avanza en el desarrollo del transporte en trenes de carga, articulando transversalmente las actividades económicas regionales. Desde el 2010 se puede circular entre Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Mar del Plata en trenes de alta velocidad. Para los próximos 5 años, el servicio se extenderá desde Buenos Aires hasta Bragado y Pergamino.
  • El cumplimiento de los planes de inversión en energía permitió superar los sobresaltos sufridos en el 2007. La infraestructura energética ha incorporado un 5% de biocombustibles. El paisaje de los campos ha cambiado con la energía eólica.

    Las inversiones en energía nuclear e hídrica han crecido, completando una oferta energética consistente en calidad y disponibilidad al proceso de desarrollo. Se están desplegando programas exitosos de uso racional de la energía que han permitido reducir la relación insumo de energía/PBI.
  • La inversión en infraestructura y la capacitación permitieron facilitar la dinámica del trabajador deslocalizado. Las empresas tienden a radicarse en el Interior. El conurbano comenzó a descongestionarse.

    Se está construyendo un auténtico federalismo con una estructura productiva que tiende a equilibrar y ocupar el territorio. La inversión en vivienda, salud y educación en el Interior facilitó este proceso migratorio. Los espacios rurales son elegidos para su desarrollo por numerosas familias, por la mejor calidad de vida y acceso a servicios.
 Los consensos necesarios
Este país que imaginamos surge de la reflexión sobre nuestra historia y la realidad posible que queremos. Se trata de cerrar, de una buena vez, la brecha entre el formidable potencial de la Argentina y un desarrollo económico insuficiente y asimétrico, signado por la pobreza, la desigualdad y la inseguridad.
Es preciso generar un consenso sobre estas cuestiones porque el campo y la industria han mantenido relaciones conflictivas en el transcurso de la historia argentina. En la segunda mitad del siglo XIX, el país se integró al mercado mundial como gran productor y exportador de productos agropecuarios. Pero nunca se logró consensuar coincidencias de largo plazo sobre la estrategia de desarrollo del país.
Hoy hemos adquirido suficiente experiencia para saber que no existe una Argentina viable sin campo o sin industria y que ambos sectores integrados y, a su vez, involucrando un gran número de servicios, son el sustento de un país próspero, confiado en sí mismo, respetuoso de la seguridad jurídica y los contratos, abierto al mundo, capaz de decidir su propio destino en el orden global y, por esto mismo, apto para crear riqueza y distribuirla con equidad.
Ahora sabemos que Argentina es demasiado grande para sustentarse en un solo sector y que la industria y el campo cuentan con los recursos humanos, el talento y los medios necesarios para ser protagonistas decisivos del crecimiento del país. Se debe superar el falso dilema campo-industria y profundizar lo que ya caracteriza a la Argentina como un país de una base productiva diversificada, compleja, flexible e integrada.
Es urgente el debate público sobre estas cuestiones y generar un proceso colectivo creativo. Es preciso hacer foco en el futuro, en las coincidencias. El gobierno y todo el sistema de liderazgo civil deben generar consensos básicos, diseñar un modelo equilibrado entre la creación de riqueza y su distribución equitativa.
Las políticas públicas con sus normas impositivas, crediticias, de fomento y de inversión, deben establecer las reglas de largo plazo y generar escenarios previsibles para el despliegue de la creatividad de nuestro pueblo. Este consenso incluye el fortalecimiento de los derechos ciudadanos, con plena inclusión a través de un trabajo digno, calificado y formal.
Los chicos de la calle deben ser la triste anécdota del pasado, la juventud debe recuperar los valores del trabajo y el conocimiento y las personas de la tercera edad deben contar con una base mínima solidaria de ingresos del sistema de protección social.
En materia de desarrollo, es preciso tomar nota de las demandas del mercado mundial, que las empresas argentinas se proyecten al exterior e integren grandes cadenas globales, abrir espacios de rentabilidad en todo el campo, toda la industria y todas las regiones para que las empresas argentinas sean competitivas sobre la base del aumento de su productividad, fundada en las innovaciones.
El Estado debe impulsar el proceso, promoviendo la creación de nuevas empresas y transformando a las pymes en dinámicas empresas nacionales. Existe un mejor país posible, logrado como resultado de una construcción colectiva, pluralista y democrática, dinámica, cambiante, siempre desafiante, con plena vigencia de los derechos humanos y, a su vez, con un fortalecimiento institucional y republicano.
Es la única forma de estar mejor, más tranquilos, más felices en este mundo turbulento.